El Bosque Encantado de Lía
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de árboles altos y ríos cristalinos, una niña llamada Lía. Desde muy chica, Lía había sentido una conexión especial con la naturaleza. Pasaba sus días explorando el bosque, hablando con los animales y recogiendo flores. Cada mañana, le decía a su mamá:
"¡Mamá, hoy hablaré con las ardillas y les contaré sobre mis sueños!"
Su madre sonreía y le respondía:
"Sos una niña muy especial, Lía. La naturaleza siempre te escucha y te entiende."
Un día, mientras Lía paseaba por el bosque, se encontró con una tortuga que caminaba lentamente. Tenía una mirada triste.
"¿Por qué estás tan triste, tortuguita?" - preguntó Lía, arrodillándose a su lado.
"Me llamo Tobías. He perdido mi camino de regreso al estanque donde vivo, y estoy tan cansado..." - dijo Tobías suavemente.
Lía se sintió conmovida y decidió ayudar a Tobías. Juntos, comenzaron a buscar el camino hacia el estanque. Mientras caminaban, Lía se detuvo a hacer un ramo de flores para alegrar a Tobías.
"¡Mirá qué lindas flores! Esto te hará sentir mejor" - le dijo mientras le mostraba el ramo.
Tobías sonrió, algo olvidándose de su tristeza. Sin embargo, no era tan fácil encontrar el estanque. Mientras intentaban seguir el rastro del agua, escucharon un ruido fuerte que partió el aire.
"¿Qué fue eso?" - dijo Lía con los ojos muy abiertos.
"Parece que hay un problema por allá, hacia el río." - respondió Tobías.
Curiosa, Lía decidió ir a investigar. Al llegar al río, vio a un grupo de animales asustados. Era un gran tronco que había caído, bloqueando el paso del agua y creando un charco en el que los animales luchaban por salir.
"¡Debemos ayudar!" - gritó Lía, corriendo hacia la orilla.
"Pero es muy pesado... ¿Cómo lo moveremos?" - dijo Tobías, con un tono preocupado.
Lía pensó en cómo había visto a los animales trabajar juntos en el bosque antes. En ese momento, decidió hablar con los demás.
"¡Todos, escuchen! ¡Si trabajamos juntos, podemos mover el tronco!" - llamó Lía muy segura.
Los animales, viendo la determinación de Lía, comenzaron a acercarse. Un ciervo, un conejo y hasta un búho se unieron al esfuerzo. Juntos, empujaron y tiraron del tronco con todas sus fuerzas. Finalmente, con un gran estruendo, el tronco se desplazó y el agua fluyó libremente una vez más.
"¡Lo logramos!" - exclamó Lía, saltando de alegría.
Los animales estaban tan agradecidos que decidieron organizar una fiesta para celebrar. Lía se sintió muy feliz porque, gracias a su trabajo en equipo, había ayudado a todos. La tortuga Tobías la miró con admiración.
"Lía, manualidades y tus flores hicieron que todos sintieran alegría en este momento. Eres una gran amiga de la naturaleza."
"¡Gracias, Tobías! Pero esto fue un esfuerzo de todos. La naturaleza prospera cuando la cuidamos juntos." - respondió Lía con una sonrisa.
Al día siguiente, Lía decidió hacer un picnic en el bosque y, invitando a todos los animales, les trajo un montón de frutas y pastelitos. Todos disfrutaron de un hermoso día bajo el sol, conversando y celebrando la amistad.
Así, Lía se convirtió en la guardiana del Bosque Encantado, trabajando siempre con sus amigos animales para mantener la armonía que habían logrado. Y cada vez que pasaba por el bosque, recordaba que la verdadera magia sólo ocurre cuando vivimos en sintonía con la naturaleza.
"La naturaleza es nuestra amiga y cuidar de ella es cuidar de nosotros" - pensaba Lía mientras recogía flores para su siguiente aventura.
Desde ese día, Lía no sólo se convirtió en una amiga de los animales, sino en una protectora de la naturaleza, enseñando a todos en su pueblo la importancia de vivir en armonía con el entorno que les rodeaba.
Y así, el Bosque Encantado floreció por siempre, lleno de vida y alegría. Pero esa es otra historia.
FIN.