El Bosque Encantado de Luna


Había una vez en un bosque encantado, un grupo de animalitos muy curiosos y traviesos que vivían felices y en armonía. Entre ellos se encontraban Lucas el conejito, Lola la ardillita y Max el zorrito.

Todos los días se reunían para jugar y explorar juntos los rincones del bosque. Un día, mientras jugaban cerca de un río cristalino, escucharon un ruido extraño proveniente de lo profundo del bosque.

Intrigados, decidieron ir a investigar qué era ese misterioso sonido. Al llegar al lugar indicado, encontraron una enorme puerta de madera con inscripciones antiguas que decían "El Bosque Prohibido". - ¡Qué emocionante! ¿Qué creen que haya detrás de esta puerta? -preguntó Lucas con entusiasmo.

- No sé si deberíamos entrar, tal vez sea peligroso -dijo Lola preocupada. Max, siempre valiente y aventurero, les propuso abrir la puerta para descubrir qué había detrás.

Con mucho esfuerzo lograron entre los tres empujarla lo suficiente como para poder colarse por una pequeña rendija. Al otro lado de la puerta encontraron un paisaje completamente distinto: árboles gigantes con hojas brillantes y flores de colores nunca antes vistos. El suelo estaba cubierto por una alfombra de musgo suave y esponjoso.

- ¡Es increíble! Nunca imaginé que existiera este lugar tan maravilloso en nuestro bosque -exclamó Lucas asombrado. De repente, escucharon una voz dulce que los llamaba desde lo alto de uno de los árboles más altos.

Era Luna, la hada del Bosque Prohibido. - ¡Bienvenidos intrépidos viajeros! Me alegra verlos aquí. Han demostrado valor al adentrarse en este lugar secreto -dijo Luna con una sonrisa radiante.

Los animalitos se acercaron a ella y le contaron cómo habían llegado hasta allí por pura curiosidad. Luna les explicó que el Bosque Prohibido era un lugar lleno de magia donde solo aquellos con corazón puro podían entrar.

Les dijo también que cada uno tenía un don especial dentro de ellos esperando ser descubierto. - ¿Un don especial? ¿Qué significa eso? -preguntó Max intrigado. Luna les contó que todos nacemos con talentos únicos que nos hacen especiales y únicos en el mundo.

A veces esos talentos están ocultos pero solo necesitamos creer en nosotros mismos para encontrarlos y hacer brillar nuestra luz interior. Los tres amiguitos reflexionaron sobre las palabras sabias de Luna y se miraron mutuamente con complicidad.

Entonces recordaron todas las veces en las que habían ayudado a sus amigos o habían sido valientes ante situaciones difíciles.

Fue así como Lucas descubrió su talento para la rapidez al correr velozmente entre los árboles esquivando obstáculos; Lola descubrió su habilidad para trepar árboles altísimos sin temor alguno; y Max descubrió su astucia para resolver acertijos complicados gracias a su ingenio rápido.

Desde ese día, los tres amigos siguieron explorando el Bosque Prohibido junto a Luna aprendiendo nuevas lecciones cada día sobre el valor del compañerismo, la importancia de creer en sí mismos y sobre todo sobre cómo nuestros dones pueden ser usados para hacer del mundo un lugar mejor.

Y así fue como Lucas, Lola y Max comprendieron que no hay límites cuando se trata de seguir nuestros sueños e iluminar nuestro camino con nuestras propias luces interiores. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda: siempre cree en ti mismo porque eres más fuerte e increíble de lo que imaginas.

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