El Bosque Encantado y el Dragón Amistoso



Érase una vez, en un reino lejano rodeado de montañas y ríos de colores, un hermoso castillo donde vivía la Princesa Luna. Ella amaba explorar el Bosque Encantado, un lugar lleno de árboles mágicos, flores que cantaban y criaturas maravillosas. Pero había un gran misterioso dragón que siempre volaba sobre el bosque y que, según los relatos, asustaba a todos los habitantes del reino.

Un día, mientras la Princesa Luna paseaba por el bosque con su mejor amiga, Sofía, escucharon un ruido ensordecedor. Era el dragón, que parecía tener problemas. Sofía, temerosa, se escondió detrás de un árbol.

"¡No, Sofía! -dijo la Princesa- ¡No debemos tener miedo! Quizás solo necesita ayuda."

Luna se acercó cautelosamente al dragón, que estaba atrapado entre unas ramas muy gruesas. Al verlo de cerca, la Princesa se dio cuenta de que no era un dragón feroz, sino un dragón de escamas brillantes y ojos tiernos.

"Hola, dragón. ¿Te puedo ayudar? -preguntó la Princesa con dulzura.

"¡Ayuda! -gritó el dragón- Me llamo Fuego, y estoy atrapado. Mis alas son demasiado grandes para salir de aquí."

Luna y Sofía se miraron con sorpresa.

"¿Tú no comes princesas? -preguntó Sofía, aún asustada."

"¡Por supuesto que no! -respondió Fuego con voz melodiosa- Solo busco amigos y nunca he lastimado a nadie."

La Princesa se sintió conmovida y decidió ayudarlo. Juntas, comenzaron a despejar las ramas que lo mantenían atrapado. Después de un rato, Fuego logró liberarse de la trampa.

"¡Gracias! -exclamó Fuego, agitando sus alas con alegría- ¡Nunca había conocido a alguien tan valiente como ustedes!"

"La amistad es lo más importante -dijo Luna- Y creemos en ayudar a los demás, sin importar lo que digan los otros."

Desde ese día, Luna, Sofía y Fuego se convirtieron en los mejores amigos. Juntos exploraban el bosque, descubriendo sus secretos y disfrutando de la belleza de la naturaleza. Pero algo extraño sucedió. Un grupo de aldeanos, que había estado escuchando historias de un dragón feroz, decidieron cazar a Fuego.

"¡Debemos proteger a nuestro amigo! -dijo Luna- No puedo permitir que lo lastimen."

"Pero, ¿cómo? -preguntó Sofía, preocupada- Todos piensan que es peligroso."

"Vamos a organizar un festival en el castillo y a mostrarles la verdadera naturaleza de Fuego. Si ellos lo conocen, se darán cuenta de que no es un monstruo."

Las tres amistades se pusieron manos a la obra. Prepararon un festín con todas las delicias del reino y llenaron el castillo de luces y música. Fuego, al principio nervioso, se dio cuenta de que todos estaban allí para conocerlo.

"¡Hoy soy parte de esta celebración! -dijo Fuego, dejando salir unas pequeñas llamaradas de alegría mientras volaba en círculos por el castillo."

Los aldeanos, al ver la alegría en sus ojos y su hermoso largo vuelo, comenzaron a reír y a bailar. Así, aquella noche, en vez de miedo, se sintió amistad y comprensión. Fuego fue acogido por todos y nunca más tuvo problemas con los aldeanos.

Al caer la noche, la Princesa Luna, Sofía y Fuego miraron las estrellas juntas.

"Nunca olviden que la verdadera amistad debe ser valorada y defendida -dijo Luna susurrando- y que no debemos juzgar a alguien solo por su apariencia."

"¡Sí! -contestaron al unísono sus amigas– ¡La amistad es lo más valioso de este mundo!"

Y así, el bosque encantado se volvió un lugar de encuentro y alegría, donde un dragón, una princesa y su amiga demostraron que el amor y la amistad pueden vencer cualquier temor.

FIN.

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