El Bosque Encantado y el Tesoro Perdido
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivían cuatro grandes amigos: Yesenia, Jesús, Alin y Emanuel. Eran conocidos en todo el lugar por su valentía y su incansable solidaridad. Un día, mientras exploraban el bosque que bordeaba su pueblo, encontraron un antiguo mapa escondido entre las ramas. El mapa prometía llevar a quienes lo encontraran a un tesoro perdido en el corazón del Bosque Encantado.
"- ¡Miren esto!" -exclamó Yesenia, limpiando el polvo del mapa con sus manos. "- Dice que el tesoro se encuentra custodiado por un dragón!"
"- ¡Un dragón! Eso suena emocionante!" -dijo Jesús, con los ojos brillando de aventura.
"- Pero tenemos que ser valientes, no siempre podemos depender de la suerte" -advirtió Alin.
"- ¡No se preocupen! Si estamos juntos, podemos enfrentar cualquier peligro!" -animó Emanuel.
Decididos a buscar el tesoro, los amigos se adentraron en el bosque. A medida que avanzaban, el paisaje se volvía más mágico, con árboles que parecían susurrar y flores que brillaban como estrellas.
De repente, un fuerte rugido resonó en el aire. El dragón aparecía en todo su esplendor, con escamas brillantes y ojos que destilaban sabiduría.
"- ¿Quiénes se atreven a perturbar mi sueño?" -preguntó el dragón, su voz profunda y retumbante.
"- Somos amigos del pueblo de Arcoíris, venimos a buscar el tesoro!" -respondió Yesenia, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
"- El tesoro es solo para aquellos que demuestran valentía y solidaridad. ¿Están dispuestos a enfrentar pruebas?" -dijo el dragón, mirándolos fijamente.
"- ¡Sí! ¡Estamos listos!" -gritaron todos al unísono, llenos de determinación.
Primera prueba: tenían que ayudar a un grupo de hadas atrapadas en una telaraña gigante. Sin dudarlo, los amigos se pusieron a trabajar en equipo, con Yesenia y Alin desenredando, mientras Jesús y Emanuel alentaban a las hadas con palabras de ánimo.
"- ¡Gracias, amigos! Nos han salvado!" -dijeron las hadas volando alrededor de ellos en agradecimiento.
Segunda prueba: debían cruzar un río tempestuoso. “- No sé si podremos hacerlo” -dijo Alin, mirando las aguas bravas.
"- ¡Miremos! Quizás podamos construir una balsa con ramas!" -sugirió Emanuel. Juntos, reunieron materiales, aseguraron la balsa y se lanzaron al agua, ayudándose mutuamente para no caer.
"- ¡Lo logramos!" -gritó Jesús al llegar a la otra orilla, empapados pero felices.
Finalmente, llegaron a la últimas prueba: un laberinto de espejos. "- Deberemos mantenernos unidos y confiarnos unos a otros para salir" -dijo Yesenia.
"- ¡Claro! Sigamos el sonido de nuestras voces!" -propuso Jesús.
Apenas entraron, las ilusiones los distrajeron, pero recordaron las palabras de solidaridad y se guiaron por sus voces. Después de momentos complicados, finalmente encontraron la salida, abrazándose con euforia al salir.
"- ¡Bien hecho, amigos!" -dijo Emanuel con una sonrisa.
El dragón los esperaba al final del laberinto, con su mirada satisfecha. "- Han demostrado valentía, amistad y solidaridad. Aquí tienen su tesoro" -dijo, entregándoles un cofre lleno de joyas brillantes y oro.
"- Pero hay algo más valioso que cualquier tesoro en el mundo. Su amistad y valentía son el verdadero regalo" -añadió el dragón.
"- ¡Sí! ¡Juntos somos más fuertes!" -dijo Yesenia.
Decidieron que usarían el tesoro para ayudar a su pueblo, construyendo un nuevo parque, un lugar donde todos pudieran jugar y estar juntos.
Al regresar a Arcoíris, sus corazones estaban llenos de alegría y satisfacción por haber vencido juntos las adversidades, sabiendo que la verdadera aventura era su amistad y solidaridad. Y así, el pueblo de Arcoíris prosperó, recordando siempre la valentía de Yesenia, Jesús, Alin y Emanuel y su épica aventura en el Bosque Encantado.
FIN.