El Bosque Encantado y el Viaje en el Tiempo
Era un día soleado y brillante en el pequeño pueblo de Valeria, donde vivía un grupo de amigos inseparables: Sofía, Tomás y Lucas. Un sábado por la tarde, mientras exploraban el borde del Bosque Encantado, encontraron un viejo libro cubierto de polvo.
"¿Qué será esto?" - preguntó Sofía, sacudiendo las hojas de polvo del libro.
"Parece un diario antiguo" - respondió Tomás, intrigado. "¡Vamos a abrirlo!".
Al pasar las páginas, encontraron un mapa que llevaba a un tesoro escondido en el corazón del bosque y una advertencia: ‘El tiempo es un juego de espejos. Quien busque el tesoro, deberá enfrentarse a sus propios desafíos y sueños’.
"¡Vamos a buscarlo!" - exclamó Lucas, emocionado.
"¿Y si es peligroso?" - dudó Sofía.
"Aventurarse es parte de la diversión" - dijo Tomás, con una sonrisa.
Con valentía, los tres amigos se adentraron en el bosque. Mientras caminaban, descubrieron que el bosque estaba lleno de criaturas mágicas y plantas que parecían hablar.
"Hola, pequeños viajeros" - saludó un árbol enorme. "Soy el Guardián del Bosque. Si buscan el tesoro, deberán resolver tres acertijos".
"Estamos listos" - dijo Sofía, con confianza.
El primer acertijo fue: ‘Soy ligero como una pluma, pero ni el hombre más fuerte puede sostenerme. ¿Qué soy? ’. Después de un momento de reflexión, Lucas exclamó:
"¡El aliento!".
El árbol sonrió, satisfaciendo su respuesta, y les permitió seguir adelante.
El segundo acertijo decía: ‘En el agua vivo, pero no soy pez. Si me sacan de mi casa, muero. ¿Qué soy? ’. Sofía, siempre atenta a la naturaleza, dijo;
"¡Es el hielo!".
- “Correcto” - dijo el árbol, señalando hacia un sendero más claro.
Finalmente, el tercer acertijo fue más complicado: ‘Puedo ser roto, pero nunca se me ve. ¿Qué soy? ’. Los amigos se miraron entre sí, frustrados. Después de un rato, Tomás tuvo una idea.
"¡Es un corazón!" - proclamó.
"Muy bien, pequeños soñadores. Han demostrado ser dignos. Ahora, el tesoro les revelará su verdadero valor" - dijo el Guardián.
Al llegar a una pequeña cueva, encontraron un cofre brillante. Sin embargo, al abrirlo, en lugar de monedas o joyas, vieron un espejito.
"¿Eso es todo?" - preguntó Lucas, decepcionado.
"Sí, pero no es un espejito común. Este espejo puede mostrarles su verdadero potencial y ayudarles a entenderse mejor a sí mismos" - explicó el árbol.
Los amigos se miraron, preguntándose qué significaba eso.
"Talvez debemos sentarnos y reflexionar" - sugirió Sofía.
Uno a uno, se miraron en el espejo. Sofía vio que podía ser valiente cuando se lo proponía, Tomás comprendió que su curiosidad podía llevarlo a grandes aventuras, y Lucas vio que su creatividad podía iluminar cualquier situación.
"Entiendo, el tesoro no es algo material, sino lo que llevamos dentro" - dijo lucas, asintiendo.
"Y lo que aprendimos juntos" - agregó Sofía.
"¡Vamos a volver a casa!" - exclamó Tomás.
Regresaron por el bosque, llevando consigo no solo el espejo, sino también un sentimiento de unión y valía.
Al llegar a su pueblo, decidieron compartir su aventura con los demás.
"Nunca olviden que el verdadero tesoro está en nosotros mismos" - concluyó Sofía, mientras el sol se ponía en el horizonte, iluminando el cielo con tintes dorados y anaranjados.
Aunque el Bosque Encantado seguía guardando secretos, los amigos sabían que cada vez que se aventuraban, estaban descubriendo algo nuevo sobre sí mismos y fortaleciendo su amistad. Así, cada fin de semana se convertía en una nueva oportunidad de explorar, aprender y crecer juntos.
FIN.