El Bosque Encantado y la Bruja de la Comida Mágica
Había una vez, en un rincón mágico del mundo, un bosque encantado donde todos los animales vivían en perfecta armonía. En el centro de ese bosque, había una pequeña cabaña de madera donde vivía una bruja bondadosa llamada Brigitte. Brigitte no era como las brujas de los cuentos de terror; en realidad, era famosa entre los animales por sus deliciosos platos y su amable corazón. Todos los días, Brigitte preparaba comidas especiales para sus amigos del bosque: los conejitos, los ciervos, los pájaros y hasta la anciana tortuga que vivía junto al río.
Una mañana soleada, Brigitte decidió cocinar un gran banquete para celebrar la llegada de la primavera. Mientras picaba verduras frescas y hierbas aromáticas, una idea brillante le cruzó la mente. "Hoy puedo invitar a todos, pero necesito ayuda para que todo salga perfecto"- pensó. Así que decidió que cada animal debía traer un ingrediente especial de su hogar para hacer de la comida algo aún más espectacular.
Salió a buscar a sus amigos. Primero se encontró con Rocco, el conejo.
"¡Hola, Rocco! ¿Por qué no traes un poco de lechuga fresca para el banquete?"- le pidió Brigitte.
"¡Claro, Brigitte! ¡Ya vengo!"- respondió el conejito, emocionado.
Después, encontró a Sara, la cierva.
"¡Hola, Sara! ¿Te gustaría traer un poco de bayas del arbusto cerca del río?"- sugirió Brigitte.
"Sí, me encantaría. ¡Van a quedar deliciosas!"- dijo Sara, saltando de alegría.
Así, uno a uno, invitó a todos los animales del bosque a contribuir con un ingrediente. Todos estaban emocionados y aceptaron su petición. Sin embargo, había un animal en el bosque que no estaba tan feliz: Don Pájaro.
Don Pájaro era un ave muy orgullosa. "¿Por qué tengo que aportar algo si soy el mejor cantante de todo el bosque?"- refunfuñó. "Deberían estar agradecidos solo por mi presencia"- añadió sacudiendo sus plumas.
Brigitte, amable como siempre, le respondió:
"Pero Don Pájaro, todos tenemos un papel en nuestra comunidad. Cada ingrediente, por pequeño que sea, hace que nuestra comida sea especial. Sin la colaboración de todos, no sería lo mismo"- explicó con calidez.
Don Pájaro, arrogante, decidió ignorar a Brigitte y no trajo nada para el banquete. Más tarde, al llegar el momento de la comida, Brigitte preparó un festín con todas las delicias traídas por los otros animales. Había ensaladas de lechuga, postres de bayas y fragancias que hacían que el estómago rugiera de hambre.
Los animales se sentaron alrededor de una gran mesa hecha de troncos y disfrutaron de todo lo que había cocinado Brigitte. Pero cuando llegó el momento de servir la gran ensalada, la mesa se quedó en silencio.
"¿Dónde están las deliciosas fresas que suelen acompañar el plato?"- preguntó Rocco.
"No sé, no están aquí"- respondió Brigitte, mirando a su alrededor.
"Yo traje las bayas que pediste, pero tampoco hay fresa. ¿Y tu, Don Pájaro?"- preguntó Sara, dándole un codazo al orgulloso pájaro.
Don Pájaro, que estaba observando desde una rama cercana, se sintió incómodo.
"Yo... no traje nada, ya que pensé que mi canto era suficiente"- confesó, bajando la mirada.
Entonces, Brigitte se acercó a él y le dijo:
"Tener amor y colaboración en la comunidad es igual de importante que cualquier talento o cualidad que poseas. Un árbol no puede crecer solo; necesita de sus raíces y del buen cuidado de la Tierra"- explicó con ternura.
Los animales comenzaron a murmurar, reflexionando sobre lo que Brigitte decía.
"Tienes razón, Brigitte. Todos somos importantes, y cuando trabajamos juntos, estamos construyendo algo hermoso"- dijo Sara.
Don Pájaro, avergonzado, se sintió inspirado por las palabras de Brigitte. "Y también me gustaría saber cómo ayudar para el próximo banquete"- admitió.
Esa misma tarde, se unió a los demás animales en la búsqueda de frutas. Todos juntos recolectaron lo mejor del bosque. Al caer la tarde, prepararon una segunda comida que fue aún más deliciosa que la anterior. Nunca más Don Pájaro olvidaría aportar su parte al bosque.
Desde ese día, Brigitte no solo se convirtió en la bruja de la comida mágica, sino también en la mística del sentido de comunidad y colaboración. El bosque seguía siendo encantado, pero lo más valioso de todo: se volvió un lugar donde el trabajo en equipo era la magia más grande de todas.
Y así, los animalitos del bosque aprendieron que juntos podían lograr maravillas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.