El Bosque Encantado y la Medicina Mágica
Había una vez un niño llamado Nico que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Su papá se había enfermado y Nico escuchó historias sobre una medicina misteriosa que se encontraba en el corazón del bosque embrujado. A pesar de que muchos decían que el bosque era peligroso, Nico decidió aventurarse para salvar a su papá.
Un día, con una mochila llena de provisiones y un mapa que había dibujado, Nico se adentró en el bosque. La luz del sol apenas lograba atravesar las copas de los árboles, creando sombras que bailaban en el suelo.
Mientras caminaba, se encontró con un lobo de pelaje gris y ojos brillantes.
- “¡Hola! ” - dijo el lobo con una voz suave. - “¿Qué haces aquí, pequeño? ”
- “Busco una medicina para mi papá, me dijeron que está perdida en este bosque.” - respondió Nico, sintiendo un ligero miedo pero también mucha valentía.
El lobo, viendo la determinación en los ojos de Nico, decidió ayudarlo.
- “Soy Lupo, y yo te ayudaré en tu búsqueda. El camino es peligroso, pero juntos podemos enfrentarlo.”
Nico, agradecido, aceptó la compañía de Lupo. Continuaron por senderos escondidos, cruzaron ríos llenos de rocas y se enfrentaron a ráfagas de viento que parecían querer alejarlos de su destino.
De repente, un enorme gigante apareció ante ellos. Era un ser de gran tamaño, con una gran sonrisa en su rostro.
- “¡Hola, pequeños viajantes! Soy Grom, el guardián de este bosque. ¿Qué los trae por aquí? ”
- “Hola, Grom. Buscamos la medicina que salvará a mi papá.” - explicó Nico, un poco temeroso.
- “Para llegar a ella, deben contestar una adivinanza. Si no lo logran, no podrán continuar.”
Nico y Lupo se miraron, y el gigante empezó a decir:
- “Blanca por dentro, verde por fuera. Si quieres que te diga, espera.”
Nico se quedó pensando. Recordó que en el mercado de su pueblo había frutas que cumplían con esa descripción.
- “¡Es la sandía! ” - gritó, lleno de alegría.
- “Correcto, pequeño. Pueden continuar, pero recuerden, la medicina no será fácil de encontrar.”
Siguieron avanzando y llegaron a un claro donde muchos animales salvajes se habían reunido. Todos estaban preocupados por un terrón de tierra que había caído y bloqueaba la entrada a una gruta que, según decían, contenía la medicina.
- “¿Qué les pasa? ” - preguntó Nico.
- “No podemos mover el terrón. Nadie es lo suficientemente fuerte.” - respondió una cierva triste.
Nico pensó un momento.
- “¿Y si unimos fuerzas? Yo puedo ayudar y Lupo también.”
Los animales se agruparon, y con el esfuerzo conjunto, lograron mover el terrón. Al hacerlo, la gruta se abrió y brilló como nunca.
- “¡Lo logramos! ” - exclamó la cierva emocionada.
Dentro encontraron un frasco que brillaba como el sol. Lupo, lleno de entusiasmo, dijo:
- “Esa debe ser la medicina. ¡Vamos, Nico! ”
Nico tomó el frasco con cuidado, agradeció a los animales y al gigante, y salió del bosque junto a Lupo, quien lo acompañó hasta la salida.
- “Estamos juntos, Nico. Lo harás bien.” - le dijo Lupo con una sonrisa.
De regreso en casa, Nico le dio la medicina a su papá, y tras unos días, este comenzó a recuperarse. Nico aprendió que la valentía, la amistad y la colaboración son más poderosas que cualquier obstáculo.
Y desde entonces, el bosque embrujado dejó de ser un lugar temido y se convirtió en un símbolo de aventura y esperanza, donde cada niño del pueblo soñaba con ser el próximo en encontrar su propia medicina mágica.
FIN.