El Bosque Hablante
En un hermoso bosque, lleno de grandes árboles y melodiosos cantos de aves, vivían un grupo de animales muy especiales. No solo eran amigos, sino que también podían hablar. Un día, el perro, llamado Rocco, tuvo una brillante idea mientras jugaba entre las flores.
-Rocco: -¡Amigos! ¿Por qué no organizamos una gran fiesta en el claro del bosque?
El gato, llamado Félix, estiró sus patas y se acercó, observando a Rocco con curiosidad.
-Félix: -¡Eso suena divertido! Pero, ¿quién ayudará a preparar la comida?
La vaca, que se encontraba pastando cerca, alzó la mirada.
-Vaca: -Puedo ayudar con la leche. Haré unos deliciosos batidos.
El cerdo, llamado Toto, se unió a la conversación con una sonrisa traviesa.
-Toto: -Y yo puedo traer algunas de mis ricas galletas de barro.
La oveja, que era muy organizada, saltó emocionada.
-Oveja: -¡Perfecto! Pero necesitamos juegos. El caballo, Gonzalo, es el rey de los juegos.
Gonzalo, que estaba disfrutando del sol, se acercó galopando.
-Gonzalo: -¡Claro! Puedo pensar en algo muy emocionante, como una carrera de obstáculos.
Todos estaban muy emocionados y comenzaron a planear todo. Pero de repente, el pollo, llamada Pita, comenzó a sentirse triste.
-Pita: -No quiero ser aguafiestas, pero... ¿qué pasa si llueve ese día?
Los amigos miraron a Pita, reconociendo su preocupación.
-Rocco: -No te preocupes, Pita. ¡Siempre podemos improvisar dentro del bosque!
Sin embargo, lo que no sabían era que al día siguiente estaba pronosticado una lluvia torrencial. La fiesta estaba en peligro.
El siguiente día, mientras él organizaban las cosas, el cielo se oscureció y comenzó a llover. Los animales se reunieron en la cueva de Rocco.
-Los Amigos: -¿Qué haremos ahora?
Gonzalo tomó la iniciativa.
-Gonzalo: -¿Y si hacemos la fiesta aquí dentro? ¡Podemos aprovechar la lluvia para divertirnos!
Todos asintieron.
-Félix: -Puedo contar historias sobre nuestras aventuras pasadas.
La vaca trajo la leche para preparar los batidos, y Toto se preocupó de que todos compartieran sus galletas. Así, empezaron a divertirse con juegos improvisados, contando historias, riendo y disfrutando de la compañía mutua.
De pronto, el sonido de la lluvia se transformó en una hermosa melodía. El eco de sus risas llenó la cueva, haciendo olvidar cualquier preocupación por el mal tiempo.
-Pita: -¡Esto es aún mejor que tener la fiesta al aire libre!
A medida que hacía sonar el tambor de la lluvia, el grupo de amigos se dio cuenta de que, a veces, las cosas no salen como uno espera, pero si se tiene a los amigos, la diversión siempre está garantizada.
Cuando la lluvia se detuvo, salieron y encontraron un bosque limpio y fresco, con cada bicho y hoja brillando. Todos celebraron con una última ronda de juegos bajo el sol que aparecía.
-Rocco: -Nunca subestimen la importancia de ser flexibles y pensar en alternativas. Lo importante es estar juntos.
Félix: -¡Y que la amistad siempre sea lo primero!
A partir de ese día, el grupo de amigos aprendió que la verdadera alegría no estaba en el lugar, sino en la compañía.
FIN.