El Bosque Mágico
local. Cada mañana, los agricultores salían a sus campos para sembrar y cuidar de las plantas, mientras que los ganaderos se encargaban de alimentar y cuidar a los animales.
Los pescadores navegaban por el río en busca de peces frescos. Un día, un niño llamado Tomás decidió explorar más allá del pueblo. Caminó por senderos desconocidos hasta llegar a un lugar misterioso lleno de árboles frutales exuberantes y coloridas flores silvestres.
Quedó maravillado con la belleza de aquel lugar. Tomás regresó al pueblo emocionado y compartió su descubrimiento con todos. La noticia corrió rápidamente y decidieron llamarlo "El Bosque Encantado". Todos estaban ansiosos por visitarlo y disfrutar de la magia que emanaba.
Al día siguiente, los habitantes del pueblo organizaron una excursión hacia el Bosque Encantado. Se prepararon canastas llenas de alimentos frescos cultivados en el pueblo para compartir durante el viaje.
Cuando llegaron al bosque, quedaron asombrados por su belleza aún más impresionante de lo que Tomás había descrito. Los árboles eran altos y frondosos, las flores desprendían un aroma embriagador y los animales jugueteaban libremente entre ellos.
Todos se sentaron en círculo para disfrutar del picnic con los alimentos que habían llevado consigo. Fue entonces cuando alguien preguntó: "¿Por qué no podemos tener este tipo de alimentos aquí en nuestro propio pueblo?". Todos se miraron sorprendidos ante esa pregunta.
La respuesta llegó de la mano de un anciano sabio llamado Don José. Él explicó que el Bosque Encantado era una muestra de lo que podían lograr si trabajaban juntos y cuidaban su tierra.
Les enseñó sobre la importancia de la agricultura sostenible, el respeto por los animales y la pesca responsable. Desde ese día, el pueblo decidió cambiar sus prácticas agrícolas y ganaderas para proteger el medio ambiente.
Plantaron árboles frutales en cada rincón del pueblo y establecieron normas para evitar sobrepescar en el río. Con el tiempo, el pueblo se convirtió en un ejemplo a seguir para otras comunidades vecinas. Los turistas comenzaron a visitarlos no solo por sus hermosos paisajes, sino también por su compromiso con la naturaleza.
Tomás creció feliz sabiendo que había sido parte del cambio. Se convirtió en un granjero responsable y enseñaba a otros niños sobre la importancia de consumir alimentos locales y respetar la naturaleza.
Así fue como aquel pequeño pueblo se transformó en un lugar próspero donde todos vivían en armonía con su entorno. El Bosque Encantado se convirtió en un símbolo del amor hacia la Tierra y recordatorio constante de que cuando trabajamos juntos, podemos lograr grandes cosas.
Y colorín colorado, esta historia ha terminado pero nuestro compromiso con el planeta continúa.
FIN.