El Bosque Mágico de Cenicienta



Era una bonita mañana de primavera en el reino de Floridelia. Los árboles estaban floreciendo y el aire olía a frescura y nuevas oportunidades. En el castillo de la Princesa Cenicienta, todo estaba preparado para la gran celebración del Día de la Familia. Cenicienta, que había encontrado su felicidad tras los tiempos difíciles, ahora quería compartir esa alegría con todos sus seres queridos.

"¡Hoy será un día especial!", exclamó Cenicienta, mientras organizaba las decoraciones.

"¡Sí, lo será!", respondió su mejor amiga, el ratón Miguel, mientras corría de un lado a otro cargando cintas de colores.

Cenicienta había invitado a toda su familia y amigos, y esperaban que todos llegaran al mediodía. Sin embargo, había un pequeño problema: la abuela de Cenicienta, que vivía al borde del bosque mágico, no podía encontrar el camino hacia el castillo.

"No te preocupes, Miguel. Voy a buscar a la abuela", dijo Cenicienta con determinación.

Miguel, emocionado por la aventura, se unió a ella. Salieron del castillo y se adentraron en el bosque. Los árboles eran altos y frondosos, y el canto de los pájaros llenaba el aire.

Mientras caminaban, se encontraron con una ardilla llamada Roco.

"Hola, Cenicienta. ¿Adónde van tan rápido?", preguntó Roco, lleno de curiosidad.

"Vamos a buscar a mi abuela. Se perdió en el bosque y la celebración del Día de la Familia comienza pronto", explicó Cenicienta.

Roco se ofreció a ayudarlos. Juntos, caminaron un poco más, y tras varios intentos de recordar el camino, encontraron un claro donde había flores de todos los colores.

"¡Miren esto!", exclamó Roco. "¡Podríamos hacer un ramo de flores para tu abuela!".

Cenicienta, entusiasmada, comenzó a recoger flores. Miguel, sin embargo, parecía preocupado.

"¿Estamos realmente cerca?", preguntó el ratón.

"No te preocupes, Miguel. El bosque tiene sus secretos, pero estoy segura de que lo encontraremos", contestó Cenicienta.

Después de unas horas, decidieron descansar bajo un gran árbol. Mientras comían unas galletitas que Cenicienta había llevado, una nube negra apareció súbitamente y la luz del sol se oscureció.

"¡Oh no!", gritó Roco. "Una tormenta se está acercando y no hemos encontrado a tu abuela."

"Debemos seguir buscando, no podemos rendirnos", dijo Cenicienta. Con nueva energía, se levantaron y continuaron su búsqueda.

Tras un rato más, se escuchó un llanto a lo lejos. Era la abuela de Cenicienta, sentada sobre una roca, desorientada y preocupada.

"¡Abuela!", gritó Cenicienta y corrió hacia ella.

"Cenicienta! No podía encontrar el camino...", dijo la abuela entre lágrimas.

Cenicienta abrazó a su abuela, mientras Roco y Miguel festejaban a su alrededor.

"¡Mirá lo que hicimos!", dijo Miguel alegremente, mostrando el ramo de flores.

"Qué hermosas flores, las recolectaron para mí", sonrió la abuela, iluminándose por dentro.

"¡Vamos, es hora de celebrar el Día de la Familia!", dijo Cenicienta.

Y así, junto con Roco y Miguel, caminaron de regreso al castillo, donde la fiesta ya había comenzado y todos estaban esperando ansiosos su llegada. Al llegar, todas las familias se reunieron para compartir risas, música y comida deliciosa. Cenicienta se dio cuenta de que no importaba si a veces el camino se complicaba; lo importante era la familia, los amigos y la alegría de estar juntos.

Y así, en cada primavera desde ese día, el bosque mágico de Floridelia fue testigo de celebraciones inolvidables donde la familia y la amistad siempre tenían su lugar especial.

FIN.

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