El Bosque Mágico de Gigantes



En un rincón olvidado del mundo, existía un bosque cuyas copas de los árboles rozaban las nubes. Era hogar de animales salvajes, pero no eran los típicos que uno podría imaginar. Aquí vivían gigantes amistosos: un oso de diez metros de altura que se llamaba Bruno, una tortuga de concha brillante llamada Lúcia y un majestuoso elefante que se llamaba Ramón, quien podía hacer reír a cualquiera con su trompa juguetona.

Un día, mientras el sol se asomaba tras las montañas, Lúcia decidió hacer una fiesta en su casa, una gran cueva en la que jamás entraba nadie.

"¡Bruno! ¡Ramón! ¡Los invito a mi fiesta!", gritó Lúcia emocionada.

Bruno, que estaba buscando un buen lugar para tomar su siesta, se despertó justo a tiempo para escucharla.

"¡Una fiesta! Eso suena divertido. ¿Qué llevamos?" - respondió Bruno con entusiasmo, agitando su gran pata.

Ramón, que estaba recogiendo frutas, también se unió.

"Podríamos traer uvas y melones, eso siempre gusta" - sugirió el elefante con su voz profunda.

Los amigos comenzaron a preparar la fiesta. Llenaron la cueva de colores y decoraciones con flores gigantes y luces que brillaban como estrellas. Cuando todo estaba listo, comenzaron a llegar los demás animales: zorros, ciervos, y hasta los pequeños pájaros que cantaban alegres al volar.

Sin embargo, al mirar su increíble decoración, se dieron cuenta de que algo faltaba.

"¿Por qué no hay un gran banner de bienvenida?" - propuso Ramón, moviendo su trompa.

"Eso es fácil, ¡yo me encargo!" - dijo Lúcia, emocionada. Pero cuando trató de alcanzar una rama baja para colgar el cartel, ¡se cayó!"¡Cuidado, Lúcia!" - exclamó Bruno, sujetando a su amiga justo a tiempo.

A pesar del pequeño accidente, lograron reponerse rápidamente. Mientras tanto, un pequeño ratón llamado Toby miraba desde lejos, temeroso de acercarse.

"¿Por qué no te unes, amigo?" - lo invitó Ramón, observando su pequeño asomo.

"No sé... Ustedes son enormes, y yo soy muy pequeño" - respondió Toby, temblando un poco.

"Dejá ese temor, Toby. ¡La diversión no tiene tamaño!", dijo Bruno con una gran sonrisa, haciendo un gesto con su pata para animarlo.

Finalmente, el pequeño ratón se armó de valor y se unió a la fiesta. Todos recibieron a Toby con alegría, y pronto él estaba contando chistes que hacían reír a los gigantes. La fiesta comenzó a calentar; bailaban, comían dulces y se divertían por horas.

De repente, se escuchó un estruendo horrible. ¡Era un grupo de cazadores que llegaban al bosque! Todos se asustaron y corrieron a esconderse.

"No podemos dejar que se lleven a nuestros amigos" - dijo Ramón, firmemente.

La pandilla se reunió rápidamente y comenzaron a pensar en un plan. ¡Una idea brillante iluminó el rostro de Lúcia!"¡Hagamos un gran murmullo! Si todos los animales rezuman su voz, asustaremos a los cazadores!" - propuso con determinación.

Así fue como se alzaron todos juntos, desde el pequeño ratón hasta el enorme Bruno.

"¡RUIDO!" - gritó Toby.

"¡A LA UNA! A DOS... ¡Y TRES!"

El sonido fue un eco aterrador, arremetiendo dentro del bosque. Los cazadores se asustaron y comenzaron a retroceder. Nunca habían visto ni escuchado tal alboroto.

"¡Corramos! ¡Es un monstruo!" - gritaron aterrados, dándose la vuelta y desapareciendo por los senderos oscuros del bosque.

Una vez que todo se calmó y el peligro se había ido, los amigos celebraron su valentía. Al finalizar la fiesta, los gigantes y el pequeño Toby se dieron cuenta de que no importa el tamaño, sino la valentía y la amistad.

"¡Hoy hemos aprendido que todos somos valientes a nuestra manera!" - dijo Ramón, mientras todos coreaban alrededor de él.

Y así, los gigantes, el ratón, y todos sus amigos colmaron el bosque de risas, música, y sobre todo, una amistad que derrotó cualquier miedo. Desde entonces, Toby se convirtió en un miembro querido del grupo, recordando siempre que aunque uno sea pequeño, su voz puede hacerse escuchar con fuerza cuando está con amigos.

Y desde aquel día en el Bosque Mágico de Gigantes, siempre había un amigo dispuesto a ayudar y nadie se sentiría solo ni asustado, porque juntos, ¡podían lograr cualquier cosa!

FIN.

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