El bosque mágico de Julieta


Julieta vivía en un barrio tranquilo junto a su familia. Era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Julieta encontró un viejo libro abandonado en un banco. - ¡Miren lo que encontré! -exclamó emocionada Julieta mostrando el libro a sus amigos. - ¿Qué es eso? -preguntó Lucas, uno de sus amigos. - No sé, pero parece muy antiguo.

Vamos a llevarlo a casa y descubrir qué secretos guarda -respondió Julieta con entusiasmo. Esa misma tarde, Julieta se sentó en su habitación junto a su hermano mayor, Martín. Juntos abrieron el misterioso libro y comenzaron a leer las palabras escritas en sus páginas amarillentas.

El libro era sobre criaturas mágicas que habitaban en un bosque encantado. Hablaba de hadas, duendes y unicornios. A medida que avanzaban en la lectura, los ojos de Julieta brillaban más y más.

- Martín, ¿te imaginas si ese bosque encantado fuera real? Sería increíble poder conocer todas esas criaturas mágicas -dijo Julieta soñadora. Martín sonrió y dijo: - Claro que sería genial, pero recuerda que solo es un cuento.

Pero Julieta no podía dejar de pensar en la posibilidad de que fuera cierto. Decidió investigar más sobre el bosque encantado por su cuenta. Buscó información en libros y navegó por internet hasta altas horas de la noche.

Un día, mientras caminaba cerca del bosque, Julieta vio una pequeña puerta oculta entre los árboles. Su corazón comenzó a latir más rápido y supo que había encontrado la entrada al bosque encantado.

Sin pensarlo dos veces, Julieta abrió la puerta y se adentró en el mágico lugar. Allí encontró hermosas mariposas de todos los colores imaginables, flores que brillaban como estrellas y cascadas con agua de arcoíris. De repente, un duende apareció frente a ella. Era bajito y tenía una barba larga y blanca.

- ¡Hola! -saludó el duende-. Soy Damián, el guardián del bosque encantado. ¿Cómo llegaste aquí? - Encontré una puerta secreta y decidí explorar este lugar tan maravilloso -respondió Julieta emocionada.

Damián sonrió y le mostró a Julieta todas las criaturas mágicas que vivían en el bosque: hadas juguetonas, unicornios majestuosos e incluso un dragón amigable llamado Fuego. Julieta pasaba horas jugando con las criaturas mágicas del bosque encantado.

Cada día aprendía algo nuevo sobre ellas y sobre sí misma. Descubrió que podía volar junto a las hadas, correr velozmente con los unicornios e incluso manejar su miedo cuando estaba cerca de Fuego.

Un día, mientras estaba sentada junto al lago del bosque encantado, Julieta recordó a su familia y cómo ellos también podrían disfrutar de tanta magia. Decidió llevarlos al bosque para compartir su descubrimiento. Esa tarde, llevó a su familia al bosque encantado y les presentó a todas las criaturas mágicas que había conocido.

Sus padres y su hermano quedaron asombrados por la belleza del lugar y la amabilidad de las criaturas. - Julieta, esto es increíble. Gracias por compartirlo con nosotros -dijo su mamá emocionada.

Desde ese día, Julieta y su familia visitaban el bosque encantado regularmente. Aprendieron a valorar la magia que se encontraba en cada pequeña cosa de la vida y a nunca dejar de soñar.

Y así, Julieta demostró que cuando se tiene curiosidad, alegría y energía para explorar el mundo, los sueños pueden convertirse en realidad.

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