El Bosque Mágico de Lila



Había una vez, en un pequeño pueblo argentino, una niña llamada Lila. Lila era muy curiosa y siempre soñaba con aventuras. Un día, decidió explorar el bosque que estaba cerca de su casa. Su mamá le había advertido que no se adentrara demasiado, pero Lila estaba tan emocionada que no pudo resistir.

Mientras caminaba entre los árboles altos y verdes, Lila unió su imaginación con cada sonido del bosque. De repente, se dio cuenta de que había perdido la noción del tiempo.

- ¿Dónde estoy? - se preguntó, buscando por todos lados.

Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que los árboles eran cada vez más densos y el camino se volvía confuso. Lila se sintió un poco asustada, pero recordó las palabras de su mamá: "Siempre mantén la calma y piensa en lo que aprendiste". Así que decidió sentarse bajo un gran roble hasta que se le ocurriera un plan.

Mientras se acomodaba sobre la suave hierba, notó que una pequeña ardilla la miraba. Tenía ojos brillantes y un aire curioso.

- ¡Hola, ardilla! - saludó Lila. - ¿Sabés cómo puedo volver a casa?

La ardilla hizo un pequeño salto hacia ella y dijo: - Claro que sí, Lila. Pero antes, necesito ayuda. He perdido mis nueces y no puedo construir mi refugio sin ellas. Te ayudaré a volver a casa si me ayudás a encontrarlas.

- ¡Está bien! - respondió Lila con una sonrisa. - Vamos a buscar tus nueces.

Las dos comenzaron a buscar por el bosque. Lila se subió a un tronco caído para ver mejor desde arriba. Miró hacia un lado y vio algo brillante entre las hojas.

- ¡Mirá! ¿Esa es una de tus nueces? - grita Lila mientras señalaba un pequeño lugar.

La ardilla corrió rápidamente hacia la dirección indicada y comenzó a escarbar en el suelo. - ¡Sí! ¡Es una! - exclamó emocionada. - ¡Gracias, Lila!

Después de un rato buscando y riendo juntas, lograron reunir todas las nueces. La ardilla estaba tan feliz que dijo: - ¡Ahora puedo construir mi refugio! Pero antes, vamos a buscar tu camino a casa.

La ardilla llevó a Lila más adentro del bosque, donde se encontró con un gran búho.

- Buenas tardes, pequeños viajeros. ¿Qué les trae por aquí? - preguntó el búho con voz profunda.

- Estamos tratando de ayudar a Lila a volver a su casa - respondió la ardilla. - ¿Sabés por dónde debe ir?

El búho se rascó la cabeza con una pata y dijo: - Claro, pero para llegar a casa, primero deberás superar el Rincón de los Ecos. Es un lugar donde escucharás muchas voces que te pueden confundir. Debés ser valiente y recordar lo que es importante.

- ¿Cómo haré eso? - preguntó Lila, sintiendo un pequeño nudo en la barriga.

- Recuerda que el camino hacia casa está dentro de ti, Lila. Confía en tu corazón y no dejes que las voces te desvíen - aconsejó el búho, abriendo sus alas.

Con eso en mente, Lila siguió su camino hacia el Rincón de los Ecos. Como el búho había dicho, al llegar, escuchó mil voces que susurraban diferentes direcciones.

- Ve por aquí, no, por allá… - resonaban las voces en su mente.

Lila cerró los ojos y respiró profundamente. Recordó las palabras del búho.

- No, tengo que ir hacia casa - se dijo. Con determinación, comenzó a caminar con gusto hacia la dirección que sentía en su corazón.

Cuando finalmente salió del Rincón de los Ecos, Lila se sintió orgullosa y más segura. Había aprendido a escuchar su propia voz interior.

- ¡Lo logré! - exclamó mientras seguía el camino que parecía desgastado por los muchos pasos de quienes habían estado allí antes.

Poco después, llegó a un claro hermoso, lleno de flores de colores y mariposas danzando. Y en el fondo, pudo ver la casa de su mamá.

- ¡Mirá, ardilla! ¡Ahí está mi casa! - gritó Lila emocionada.

- Estoy tan feliz por ti, Lila. Gracias por ayudarme a encontrar mis nueces. Ahora eres más valiente que antes - dijo la ardilla.

Lila la abrazó despidiéndose, y prometió que nunca olvidaría su aventura. Corrió hacia casa, sintiéndose llena de alegría y sabiduría.

Desde entonces, cada vez que Lila se sentía perdida o asustada, recordaba aquella aventura en el bosque mágico. Siempre llevaba en su corazón la certeza de que su camino estaba dentro de ella misma, y que con valentía y confianza, podía encontrar su hogar en cualquier lugar.

Y así, Lila creció y compartió sus cuentos de aventuras con otros niños, enseñándoles a nunca perderse y a siempre confiar en su corazón.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!