El Bosque Mágico de Rose y Siyun
Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un denso bosque, una chica llamada Rose. Tenía una curiosidad insaciable por la naturaleza y soñaba con aventuras. Un día, decidió explorar el bosque, ignorando las advertencias de su madre sobre no ir sola. Mientras caminaba, maravillada por la belleza de los árboles y los animales, se perdió entre los senderos.
—¿Alguien me puede escuchar? —gritó Rose, sintiendo cómo el miedo empezaba a apoderarse de ella.
Mientras tanto, Siyun, un joven del pueblo, también había ido al bosque en busca de flores para su madre. Sus pasos lo llevaron a la misma zona donde Rose se había desorientado. Al escuchar los gritos, se apresuró a seguir la voz.
—¡Rose! —llamó Siyun—. ¡Estoy aquí!
Al encontrarla, Rose se sintió aliviada, pero al mismo tiempo avergonzada por haberse perdido.
—¡No puedo creer que me haya metido en este lío! —dijo Rose, con lágrimas en los ojos.
—No te preocupes, yo voy a ayudarte a salir. Aquí hay muchos senderos que pueden confundirte —respondió Siyun, sonriendo para tranquilizarla.
Juntos comenzaron a caminar, pero pronto se dieron cuenta de que el bosque estaba lleno de sorpresas. Se encontraron con un arroyo que relucía bajo el sol, repleto de piedras de colores.
—¡Mirá esas piedras! —exclamó Rose—. Son como joyas.
—Sí, pero hay que tener cuidado. La belleza a veces puede distraernos —respondió Siyun, consciente de que debían seguir buscando el camino de regreso.
Mientras exploraban, descubrieron un árbol gigantesco, cubierto de luz. Cuando se acercaron, la luz radiaba a su alrededor y, de repente, comenzaron a escuchar susurros.
—¿Escuchás eso? —preguntó Rose, intrigada.
—Es como si el árbol hablara. Tal vez tiene una historia que contar —dijo Siyun, observando atento.
Decidiendo dar un paso más, tocaron el tronco y de inmediato las hojas comenzaron a moverse, revelando un mapa tallado en la corteza.
—¡Un mapa! —gritó Rose—. ¡Esto nos llevará de vuelta a casa!
—Sí, pero parece que también muestra lugares mágicos en el bosque —dijo Siyun, con brillo en los ojos.
Así, Rose y Siyun hicieron un trato. Buscarían el camino de regreso, pero también se aventurarían a explorar uno de los lugares mágicos del mapa. Decididos, se dirigieron hacia el Lago de los Deseos, donde se decía que si lanzabas una piedra, tu deseo se podía hacer realidad.
—¿Qué desearías? —preguntó Siyun mientras caminaban hacia el lago.
—¡Que nunca más me pierda en el bosque! —respondió Rose, riendo, aunque en su corazón guardaba un deseo más profundo: tener un verdadero amigo.
Al llegar al lago, sus ojos se llenaron de asombro. Era un lugar impresionante, donde las aguas reflejaban un cielo estrellado, aunque aún era de día.
—Es hermoso —susurró Rose—. Nunca había visto algo igual.
—Sí, pero lo que más importa es que estamos juntos —respondió Siyun—. La amistad hace los momentos especiales.
Después de disfrutar del lago, decidieron continuar siguiendo el mapa. Al final del día, comenzaron a caminar hacia donde creían que estaba la salida del bosque. El crepúsculo se acercaba, y la oscuridad comenzó a envolverlos.
—¿Creés que podremos encontrarlo? —preguntó Rose, un poco asustada.
—Confía en mí, tengo el mapa, y más importante, tengo a un gran equipo —dijo Siyun, mientras la guiaba con confianza.
Finalmente, encontraron el camino de regreso y, cuando vieron la luz del pueblo, una gran sonrisa se dibujó en sus rostros.
—Lo logramos —dijo Siyun—. ¡Estamos a salvo!
—Y todo gracias a ti, Siyun —respondió Rose, agradecida—. Ahora sé que nunca más dudaré en preguntar ayuda si me siento perdida.
Desde ese día, Rose y Siyun se convirtieron en amigos inseparables. Aprendieron juntos que la curiosidad y el deseo de explorar deben ser acompañados de precaución y, sobre todo, de buenas amistades. Y cada vez que miraban el bosque, recordaban su aventura y el mágico aprendizaje que les había dejado: siempre es mejor juntos que solos.
FIN.