El Bosque Mágico de Tarija



En la hermosa región de Tarija, donde las montañas se encuentran con el cielo, había un encantador bosque llamado El Bosque Mágico. Este bosque era especial porque allí vivían animales de todo tipo: pájaros de plumas brillantes, mariposas de colores vibrantes, y hasta tortugas que caminaban con pausas sabias. Todo el mundo en Tarija sabía que si uno quería experimentar la verdadera diversidad, tenía que visitar este lugar mágico.

Una hermosa mañana, un grupo de niños del pueblo decidió hacer una expedición al bosque. Entre ellos estaban Mateo, un niño curioso y aventurero; Sofía, una chica creativa que siempre imaginaba historias; y Luna, una amigable y simpática niña que tenía una sonrisa para todos.

—"¡Vamos a explorar!"—exclamó Mateo, emocionado.

—"Sí, quiero ver todos los colores de las mariposas"—dijo Sofía, iluminando su rostro mientras pensaba en dibujar todo lo que verían.

—"Y yo quiero conocer a los animales que viven aquí"—añadió Luna, emocionada por la aventura que les esperaba.

Los niños empezaron su recorrido entre los árboles altos, disfrutando de los sonidos del bosque.

Poco después, encontraron a un grupo de animales reunidos en un claro. Había un pajarito que parecía estar llorando.

—"¿Qué te pasa?"—preguntó Luna, acercándose al pajarito.

—"¡Me llamo Pío!"—sollozó el pajarito—"Los otros animales se ríen de mí porque no puedo volar tan alto como ellos".

Los amigos se miraron con preocupación.

—"Eso no está bien, Pío"—dijo Mateo—"Todos somos diferentes y cada uno tiene algo especial".

—"Claro, ¡tu canto es precioso!"—agregó Sofía, mientras dibujaba a Pío en su cuaderno.

—"No dejes que eso te haga sentir mal, la biodiversidad es lo que hace al bosque mágico, ¡y tú eres parte de eso!"—dijo Luna sonriendo.

Pío secó sus lágrimas y sonrió un poco.

—"¡Gracias! Pero... no sé cómo hacer para que los otros no se rían de mí".

—"Podemos ayudar"—sugirió Mateo—"Haremos un gran espectáculo y así todos se darán cuenta de que cada uno tiene su propia magia".

Todos animaron a Pío, que comenzó a animarse también.

Así que los cuatro amigos comenzaron a planificar su espectáculo. Sofía se encargó de hacer carteles coloridos, Mateo pensó en acrobacias y trucos divertidos, Luna organizó a todos los animales del bosque para que participaran.

El día del espectáculo llegó y todos los animales se reunieron en el claro. Al principio, algunos de ellos miraban a Pío con escepticismo. Pero una vez que empezó el espectáculo, la magia se desató. Pío, prevenido por sus nuevos amigos, tomó el centro del escenario. Con su hermoso canto, narró la historia de cada uno de los animales presentes.

—"¡Miren! Cada uno de nosotros tiene su propio talento"—dijo Pío al terminar su actuación.

Los otros animales comenzaron a aplaudir.

—"¡Eres un gran narrador!"—gritó una ardilla.

—"Nunca me di cuenta de que había tanto en ti"—dijo un conejo, sorprendido.

El espectáculo continuó, y cada animal mostró lo que sabía hacer. La diversidad de talentos brilló con fuerza. Al final, el espectáculo culminó en un gran aplauso colectivo.

—"¿Ves, Pío? No tienes nada que temer, ¡todos tienen algo único y especial"—dijo Luna.

—"Y somos amigos. No hay lugar para el bullying en el Bosque Mágico"—agregó Sofía, sonriendo.

Desde ese día, Pío se volvió el narrador oficial del bosque. Y, a su lado, los niños siguieron explorando y descubriendo más sobre la biodiversidad que rodeaba a Tarija. Aprendieron que la magia no solo estaba en el bosque, sino también en la unión, la diversidad y el respeto entre todos.

El Bosque Mágico se volvió un lugar donde cada animal podía ser quien era, sin temor a ser juzgado. Y así, Mateo, Sofía, Luna y Pío enseñaron a todos no solo la importancia de la biodiversidad, sino también el poder de la amistad y el respeto. Y cada vez que alguien se sentía un poco diferente, recordaban lo que habían aprendido: en la diversidad está la verdadera belleza del mundo.

Y así, un cálido día en Tarija, el bosque vibrante continuó lleno de vida, canciones, y risas de criaturas que se aceptaban unas a otras tal cual eran, creando un entorno donde la diversidad nunca dejaría de ser celebrada.

FIN.

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