El Bosque Mágico y el Deseo de Lucas



Era un día nublado cuando Lucas, un niño de 12 años, decidió llevar a su perrito Max a dar un paseo por el bosque que estaba cerca de su casa. El aire era fresco y los árboles susurraban entre sí. Lucas sonreía al ver cómo Max corría feliz tras las hojas que caían al suelo.

"¡Vamos, Max! ¡Aventurémonos!" - gritó Lucas, mientras el perrito saltaba, moviendo su colita con entusiasmo.

Sin embargo, la felicidad duró poco. Tras un rato, Lucas se dio cuenta de que se habían alejado demasiado de casa.

"¿Dónde estamos, Max?" - preguntó Lucas, mirando a su alrededor. Los árboles se veían más altos y el camino se había vuelto confuso. Su corazón comenzó a latir rápidamente.

Justo en ese momento, una oscura nube cubrió el cielo. Lucas miró hacia arriba, notando que la lluvia estaba a punto de caer.

"Oh, no. Si llueve, Max se mojará y no tenemos donde refugiarnos" - lamentó, sintiéndose angustiado. Sin pensarlo, levantó sus manos hacia el cielo y dijo:

"Por favor, que no llueva..."

Para su sorpresa, justo en ese instante, el viento sopló y la nube se disipó un poco. Lucas frunció el ceño y murmuró:

"¿Puede ser que haya funcionado?"

Con un nuevo espíritu, Lucas empezó a caminar en busca del camino de vuelta. Sin embargo, a medida que se adentraba más en el bosque, la oscuridad comenzaba a abarcar el lugar. De repente, Max empezó a ladrar, alertando a Lucas.

"¿Qué pasa, Max?" - preguntó Lucas, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

Entonces, de entre los árboles, apareció un anciano con una larga barba blanca y ojos brillantes.

"Hola, joven amigo. No temas, soy El Guardián del Bosque" - dijo el anciano con una voz suave.

Lucas apenas podía creer lo que veía.

"¿Un guardián? ¿Qué haces aquí?"

"He estado observando cómo disfrutabas con tu perro. Pero te veo perdido" - respondió el anciano.

Lucas sintió un viento cálido rodeándolo y sabía que debía confiar en el guardián.

"Sí, me adentré demasiado en el bosque. Quiero volver a casa pero tengo miedo" - confesó Lucas.

"No temas, cada bosque tiene sus caminos, solo hay que saber guiarlos" - dijo el guardián.

Entonces, el anciano le mostró un mapa tallado en una hoja gigante.

"Sigue este sendero, pero recuerda, lo más importante es que confíes en ti mismo y en tu perro. Juntos siempre encontrarán el camino" - explicó.

Lucas asintió comprendiendo cada palabra.

"¡Gracias, Guardián!" - exclamó emocionado mientras Max ladraba alegremente.

Siguiendo el mapa, Lucas y Max se aventuraron con renovada confianza. Pasaron por un arroyo cristalino, se deslizaron bajo ramas bajas y, finalmente, vieron una luz al final del sendero.

"¡Es nuestra casa!" - dijo Lucas.

Cuando llegaron, el cielo ya comenzaba a despejarse.

"¡Lo logramos, Max!" - gritó Lucas mientras el perrito brincaba a su alrededor.

Entonces se dio cuenta de que el viento había traído consigo la limpieza y la frescura del aire, no necesitaban refugio.

"Lo logramos sin lluvia, ¡somos un gran equipo!" - dijo Lucas, abrazando a su fiel amigo.

Esa aventura no solo le enseñó lo valioso de la amistad, sino también que siempre hay forma de encontrar el camino, aunque parezca difícil.

Desde ese día, cada vez que Lucas pasaba cerca del bosque, recordaba la lección del Guardián:

"Siempre hay esperanza, incluso en los momentos de incertidumbre".

FIN.

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