El Bosque Mágico y el Monstruo Del Corazón
En un mundo mágico, muy lejos de aquí, había un bosque llamado El Bosque de las Estrellas. En este bosque vivían criaturas sorprendentes y hermosas, pero también había un monstruo llamado Moko, que estaba triste y solitario.
Una mañana, dos hermanos, Valentina y Mateo, decidieron explorar las maravillas del bosque. Valentina, una niña curiosa y valiente, siempre soñaba con aventuras, y Mateo, su hermano mayor, era protector y siempre la seguía en sus travesuras. Mientras caminaban entre árboles centenarios y flores que hablaban, escucharon un llanto profundo que provenía de un claro.
"¿Qué será eso?", preguntó Mateo, con un toque de preocupación.
"¡Vamos a ver!", respondió Valentina, emocionada.
Ambos se acercaron y encontraron a Moko, un monstruo de brazos largos y pelaje suave, que lloraba desconsoladamente.
"¿Por qué lloras?", preguntó Valentina con una voz dulce.
"Nadie quiere jugar conmigo porque creen que soy aterrador", respondió Moko, con lágrimas brillantes en sus ojos. "Soy fuerte, pero mi corazón es blando".
Mateo, mirándose a los ojos, entendió la tristeza del monstruo.
"Pero, Moko, no tienes que ser solitario. Vamos a jugar contigo", dijo Mateo.
"Sí, podemos mostrarte que no eres aterrador para nosotros", agregó Valentina.
Moko miró a los hermanos con sorpresa.
"Realmente querrían jugar conmigo?"
Valentina y Mateo sonrieron y comenzaron a jugar a las escondidas entre los árboles. Moko, que nunca había experimentado algo así, comenzó a reírse. El bosque se llenó de risas mientras Moko se escondía detrás de un gran árbol y dejaba que los dos hermanos lo buscaran.
Después de un rato, Moko se transformó en un hermoso ser con pétalos de flores adornando su cabeza.
"¡Miren! ¡Puedo ser como todos ustedes!", exclamó Moko, encantado con su nueva apariencia.
"¡Qué hermoso!", gritaron Valentina y Mateo al notar que lo esencial de Moko no había cambiado, su esencia era lo que realmente importaba.
Los niños y Moko continuaron jugando hasta que la luna asomó en el cielo. Pero de repente, el bosque empezó a oscurecerse con sombras misteriosas. Valentina comenzó a sentirse asustada.
"¿Qué pasa? ¡Esto no se ve bien!", dijo.
Moko, ahora sintiéndose valiente, dijo:
"No tengan miedo. Es solo el Rey del Bosque, que se siente celoso de nuestra diversión."
"¿Celoso?", preguntó Mateo, confuso.
En ese momento, aparecieron guardianes del bosque con una sonrisa pero también un semblante serio. El Rey del Bosque, un noble ciervo con cuernos dorados, se acercó.
"He estado observando su alegría. Pero, ¿saben qué es lo más triste? Que muchos en el bosque temen lo que no conocen".
"Moko, tú tienes un corazón gigante y por eso puedes ayudar a todos. Ahora es tu oportunidad de hablar con el Rey".
Moko, un poco nervioso, se acercó al Rey.
"Majestad, no tengo miedo. Yo solo quiero ser amigo de todos, para que entiendan que no soy malo".
El Rey, conmovido por la determinación de Moko, levantó su cuerno.
"Desde este día, todos en el bosque aprenderán a no juzgar por las apariencias. Moko, tu valentía ha iluminado a todos aquí".
Los guardianes comenzaron a cantar y Moko se dio cuenta de que no solo había ganado amigos, sino que también había cambiado el corazón del bosque. Todos comenzaron a celebrar, y desde ese día, Moko se convirtió en el guardián de las amistades en el Bosque de las Estrellas, ayudando a cada ser a ver la belleza en la diferencia.
Valentina y Mateo aprendieron una lección valiosa al conocer al monstruo: no se debe juzgar a los demás por su apariencia, pues todos tienen algo hermoso que ofrecer. Y así, el bosque volvió a prosperar, lleno de risas, juegos, y la magia de la verdadera amistad.
FIN.