El Bosque Maravilloso de Pinocho



En un pequeño pueblo rodeado de altos pinos y un hermoso río, vivían unos niños llenos de energía y curiosidad. Entre ellos estaban Lucía y Tomás, que pasaban sus días explorando la naturaleza y disfrutando del aire fresco. Pero un día, comenzaron a notar algo extraño.

"¿Viste eso, Lucía?" - dijo Tomás mientras señalaba el río.

"Sí, parece que el agua ya no brilla como antes." - respondió Lucía, preocupada.

Efectivamente, el río estaba cubierto de espuma blanca y había bolsas de basura flotando en la superficie. Al acercarse más, vieron que algunos peces estaban atrapados entre los desechos.

"Esto no puede seguir así, tenemos que hacer algo" - dijo Tomás con determinación.

"Pero ¿qué podemos hacer? Somos solo niños" - respondió Lucía, sintiéndose algo desanimada.

Los niños decidieron hablar con sus padres. Así que, una tarde, se sentaron en el patio de la casa de Lucía mientras las hojas de los pinos danzaban suavemente por el viento.

"Mamá, el río está muy sucio y los animales se están viendo afectados" - explicó Lucía.

"Sí, me di cuenta que el aire está más pesado por el humo de la ciudad" - agregó Tomás.

Los adultos, al escuchar la preocupación de los niños, comenzaron a investigar lo que estaba sucediendo. Se dieron cuenta de que muchos desechos de la ciudad, como la basura y el humo, estaban llegando al bosque y al río.

"Necesitamos unir fuerzas" - dijo el papá de Tomás, que era el intendente del pueblo. "Haremos una gran campaña de limpieza y educación para que todos en el pueblo entiendan la importancia de cuidar nuestro entorno."

"¡Sí, sí!" - gritaron los niños entusiasmados.

Con el apoyo de todos, comenzó la campaña. Colocaron carteles por todo el pueblo explicando cómo cuidar el medio ambiente y organizando un día de limpieza. Al llegar el gran día, los niños, los adultos y hasta algunos animales del bosque, como los ciervos y las ardillas, se sintieron involucrados.

"¡Vamos a hacer de este lugar, un bosque maravilloso otra vez!" - gritó Lucía mientras levantaba una bolsa de basura.

"¡Sí, a limpiar!" - añadieron todos.

El aire se llenó de risas y entusiasmo. Juntos, recolectaron montañas de basura y poco a poco, el río comenzó a recuperar su brillo. Los peces nadaban más felices y algunos pájaros volvieron a cantar.

"¡Miren! Los peces están saltando de alegría!" - exclamó Tomás.

"Y el aire huele mejor, como a pinos frescos" - añadió Lucía.

Después de aquel día, los habitantes del pueblo tomaron conciencia y comenzaban a cuidar su entorno. Con el tiempo, el río se limpió y los árboles volvieron a florecer. Y Lucía y Tomás, orgullosos de su trabajo, siguieron siendo los guardianes del bosque, organizando más actividades para cuidar de su hogar.

Y así, el bosque de pinos, el río y todos los seres que allí vivían se mantuvieron felices, gracias a la valentía y dedicación de unos niños que no se dieron por vencidos.

FIN.

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