El bosque protegido por Augusto y Troncos


Había una vez, en un hermoso bosque lleno de árboles altos y frondosos, un pequeño oso llamado Augusto. Augusto era muy curioso y le encantaba explorar el bosque en busca de aventuras emocionantes.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Augusto se encontró con Troncos, un castor muy trabajador que estaba construyendo una presa. "Hola Troncos", dijo Augusto con entusiasmo.

"¿Qué estás haciendo?""Estoy construyendo esta presa para ayudar a mantener el agua del río limpia y clara", respondió Troncos. Augusto quedó impresionado por la dedicación de Troncos para cuidar del bosque y decidió ayudarlo. Juntos, trabajaron duro durante todo el día cortando troncos y transportándolos en carretillas hasta la presa.

Después de terminar su trabajo, Augusto sintió hambre y decidió buscar algo para comer. Fue entonces cuando encontró una pila de carne fresca dejada por algún cazador imprudente.

Augusto se sintió tentado a comer la carne pero recordó las enseñanzas de sus padres sobre respetar a los demás animales del bosque. Entonces decidió compartir la carne con sus amigos animales. Mientras repartían la carne entre ellos, llegaron Papa Oso y Mama Osa quienes habían estado buscando a su hijo todo el día.

Al ver lo bien que había trabajado junto al castor y cómo compartía generosamente su comida con sus amigos, se sintieron orgullosos de él. De repente escucharon unos ruidos extraños provenientes del bosque.

Era un grupo de cazadores que venían armados con rifles. Augusto y sus amigos se escondieron rápidamente detrás de los árboles.

Los cazadores comenzaron a disparar, pero gracias a la presa construida por Troncos, el agua del río creció y cubrió el área donde estaban Augusto y sus amigos, protegiéndolos de los disparos. Finalmente, los cazadores se fueron y todos los animales celebraron su victoria.

Augusto aprendió una importante lección sobre trabajar en equipo, cuidar del medio ambiente y respetar a todas las criaturas vivas. Desde ese día en adelante, Augusto continuó explorando el bosque en busca de aventuras emocionantes mientras enseñaba a otros animales cómo cuidar del bosque como lo había hecho Troncos.

Y siempre recordaba compartir generosamente con sus amigos para mantener la paz y armonía en el reino animal. "Gracias por ayudarme Troncos", dijo Augusto. "De nada amigo", respondió Troncos sonriendo. "¡Miren! ¡Encontré carne!", exclamó Augusto. "Recuerda no ser egoísta hijo", dijo Papa Oso.

"Tienes razón papá", respondió Augusto compartiendo la carne entre sus amigos animales.

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