El Bosque Sediento de Sierra Espuña
Era un cálido día de verano en el bosque de Sierra Espuña. Los árboles, normalmente verdes y frondosos, ahora se veían tristes y amarillentos por la sequía que azotaba la región. Entre ellos, un robusto pino llamado Pipo miraba preocupado hacia el cielo, deseando que llegara la lluvia.
Un día, una niña llamada Sofía decidió emprender una aventura. Ella amaba el bosque, sus colores y sus sonidos. Pero este año, el bosque se sentía diferente, desolado. Sofía se armó de valor y se acercó a Pipo, el pino que siempre le contaba historias.
- “¡Hola, Pipo! ¿Qué le está pasando al bosque? ” - preguntó Sofía, mientras acariciaba la corteza del árbol.
- “¡Hola, Sofía! El bosque está sufriendo por la falta de agua. Sin lluvia, las plantas no pueden crecer y los animales se están alejando” - respondió Pipo con tristeza.
Sofía frunció el ceño, preocupada.
- “¿No hay nada que podamos hacer? ” - inquirió con esperanza.
Pipo reflexionó un instante y luego dijo:
- “He escuchado que en la cima de la montaña vive la Sabia del Bosque. Ella siempre tiene consejos mágicos. Si logras encontrarla, tal vez pueda ayudarte.”
Intrigada, Sofía se despidió de Pipo y comenzó a trepar por el sendero que conducía a la cima. El camino no fue fácil; había piedras y algunos arbustos espinosos. Pero la idea de salvar a su amado bosque la mantenía firme.
Al llegar a la cima, se encontró con la Sabia del Bosque, un árbol anciano con hojas plateadas y una voz suave.
- “Bienvenida, pequeña Sofía. He estado observando tu valiente esfuerzo. ¿Qué te trae aquí? ” - preguntó la Sabia.
- “El bosque está sediento y quiero ayudar. ¿Cómo puedo hacer que llueva? ” - contestó Sofía.
- “Para que la lluvia llegue, debes hacer que la naturaleza se una. Esparce semillas, cuida a los animales, y repite el canto de agradecimiento del agua. Así, el cielo escuchará tu llamado” - dijo la Sabia del Bosque, mientras le entregaba un puñado de semillas mágicas.
Sofía tomó las semillas y se despidió de la Sabia, pero mientras bajaba por el sendero, se dio cuenta de que no sabía exactamente cómo hacer que todos se unieran. De repente, una idea se iluminó en su mente.
Organizó una reunión con los animales del bosque. Pronto, todos los conejos, ardillas y aves se reunieron alrededor de los árboles.
- “Queridos amigos, ¡el bosque necesita de nosotros! Juntos podemos plantar estas semillas y cuidar del agua” - exclamó Sofía con determinación.
Los animales se miraron entre sí y la ardilla más pequeña, llamada Tico, saltó hacia adelante:
- “¡Sí! ¡Vamos a hacerlo! sino no volverá la lluvia.”
Todos comenzaron a trabajar juntos. Sofía lideraba y los animales formaban filas. Con alegría, plantaron las semillas mágicas en toda la ladera, mientras cantaban junto a Sofía, imitando el canto de la Sabia del Bosque:
- “Agua que viene, agua que va, regálanos lluvia en Sierra Espuña ya.”
Día tras día, la niña y los animales cuidaban de las semillas, regaban el suelo y cuidaban de los gérmenes. Luego, el clima comenzó a cambiar, y en una mañana clara, unas nubes comenzaron a aparecer en el cielo.
De repente, unos suaves pero firmes truenos resonaron, y una lluvia fina comenzó a caer sobre el bosque. Sofía y sus amigos comenzaron a saltar y celebrar.
- “¡Lo logramos! ¡La lluvia ha venido! ” - gritó Sofía con entusiasmo.
Las semillas comenzaron a brotar rápidamente, llenando el bosque con nuevos colores y vida. Pipo el pino comenzó a mostrar hojas verdes de nuevo y los animales regresaron a sus hogares.
- “Gracias, Sofía, por tu valentía y amor por el bosque. Has mostrado cómo el trabajo en equipo y el cuidado de la naturaleza pueden hacer la diferencia” - dijo Pipo, moviendo sus ramas con alegría.
Sofía sonrió, comprendiendo que aunque ella había comenzado la aventura, no podría haberlo logrado sin la ayuda de todos. Y así, el bosque de Sierra Espuña se recuperó y prosperó, recordando siempre la importancia de cuidar de cada ser vivo que lo habitaba.
Desde entonces, siempre que escuchaba el sonido de la lluvia, Sofía se acordaba de la Sabia del Bosque y de su querido amigo Pipo, el pino. Juntos, habían hecho magia para salvar su hogar.
Y así, la niña y Pipo enseñaron a todos que cuando unimos fuerzas, ¡no hay sequía que no se pueda superar!
FIN.