El Bosque Solidario


Había una vez un hermoso bosque donde vivían las ardillas más traviesas y juguetonas. Siempre estaban corriendo de un árbol a otro, saltando y haciendo acrobacias en el aire. Pero un día, algo inesperado sucedió.

Una terrible tormenta azotó el bosque, derribando varios árboles y dejando a muchas ardillas sin hogar. Estas pequeñas criaturas se encontraron perdidas y asustadas entre los escombros.

Entre ellas, se encontraba Lila, una ardilla valiente y solidaria que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. A pesar de estar también afectada por la tormenta, no dudó ni un segundo en buscar refugio para sus amigos. Lila recorrió el bosque buscando un lugar seguro para todos.

Fue entonces cuando se topó con una antigua cueva abandonada. Sin pensarlo dos veces, decidió hacerla habitable para sus compañeros de aventuras.

Al día siguiente, Lila convocó a todas las ardillas del bosque para contarles su plan:"¡Amigos! He encontrado refugio en una cueva cercana. Podremos vivir allí hasta que podamos reconstruir nuestros hogares", anunció emocionada Lila. Las demás ardillas escucharon atentamente y comenzaron a aplaudir emocionadas ante la idea de tener un lugar seguro donde quedarse.

Con mucho trabajo en equipo, las ardillas limpiaron la cueva y construyeron camas cálidas con hojas secas y ramitas. También recolectaron frutas del bosque para tener suficiente comida durante su estadía allí.

Los días pasaban y las ardillas se adaptaban cada vez más a su nueva morada. A pesar de la adversidad, habían encontrado una manera de vivir juntas y apoyarse mutuamente. Un día, mientras exploraban los alrededores de la cueva, Lila y sus amigos descubrieron un pequeño riachuelo que fluía cerca.

El agua era cristalina y fresca, perfecta para beber y refrescarse en los días calurosos. "¡Qué suerte tenemos! Ahora tendremos agua siempre cerca", exclamó Lila emocionada.

Pero pronto se dieron cuenta de que el riachuelo estaba contaminado por la basura que algunos humanos habían dejado allí. Las ardillas no podían permitir que eso siguiera así. Decidieron unirse nuevamente para limpiar el riachuelo y hacerlo habitable para todos los animales del bosque.

Día tras día, recogieron bolsas llenas de basura hasta que finalmente lograron devolverle su belleza natural al riachuelo. La noticia sobre las ardillas dolidarias se corrió rápidamente por todo el bosque. Muchos otros animales comenzaron a acercarse a ellas en busca de ayuda e inspiración.

Las ardillas entendieron entonces que tenían un poder especial: el poder de hacer una diferencia en su entorno. Se dieron cuenta de lo importante que era cuidar del bosque y proteger a sus habitantes.

Así fue como las ardillas dolidarias se convirtieron en guardianes del bosque, trabajando incansablemente para mantenerlo limpio y seguro para todos los seres vivos. Y desde aquel día, cada vez más animales se sumaron a su causa, creando un bosque lleno de solidaridad y amor.

Las ardillas habían demostrado que, aunque fueran pequeñas, podían hacer grandes cosas cuando trabajaban juntas y se preocupaban por los demás.

Y así vivieron felices para siempre, cuidando del bosque y compartiendo su alegría con todos los que visitaban aquel lugar mágico.

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