El Bosque Tenebroso y el Gran Desierto de Agua



Una vez, en el mágico Bosque Tenebroso, donde los duendes y hadas solían jugar y bailar bajo la luz de la luna, ocurrió algo muy preocupante: el agua comenzó a desaparecer. Los ríos y arroyos que recorrían el bosque se secaron, dejando atrás sólo arenas polvorientas y tristeza en el corazón de sus habitantes.

Los duendes, pequeños y traviesos, sentían su piel agrietarse por la falta de agua. Era un poco difícil concentrarse en las travesuras sin la refrescante lluvia. Un día, Dimi, un duende de pelo verde y ojos chispeantes, propuso un plan.

-Dimi: “¡No podemos quedarnos aquí de brazos cruzados! Vamos a buscar agua. ¿Quién se anima? ”

Las hadas, con sus alas brillantes pero tristes, escucharon la propuesta de Dimi.

-Lila, una hada de luz: “¿Y cómo vamos a encontrar agua en el desierto que se ha convertido nuestro bosque? ”

-Bobo, otro duende: “Podemos preguntarle al Viejo Roble. Él ha estado aquí desde siempre y probablemente sepa dónde está el agua.”

Con el espíritu de aventura encendido, todos decidieron visitar al Viejo Roble, un árbol gigante y sabio que había visto muchas estaciones pasar. Al llegar, lo encontraron dormido, pero no tardaron en despertarlo.

-Viejo Roble: “¿Qué los trae a mí, pequeños? ”

-Dimi: “Viejo Roble, el agua se ha ido y necesitamos tu ayuda para encontrarla.”

-Viejo Roble: “Ah, mis pequeños amigos, hay un río escondido en la cueva de la Montaña Susurrante. Pero deben ir con valentía y cooperación.”

Los duendes y las hadas se miraron entre sí, llenos de determinación. Partieron hacia la montaña, pero por el camino se encontraron con una gran piedra que bloqueaba el paso.

-Lila: “No podemos moverla, es demasiado pesada.”

-Bobo: “Quizás si todos empujamos juntos…”

Dimi tuvo una idea brillante.

-Dimi: “¡Un momento! ¿Y si hacemos una cadena? Las hadas pueden flotar sobre la piedra y hacerle cosquillas, mientras nosotros la empujamos desde abajo.”

Las hadas, emocionadas, volaron en círculo alrededor de la piedra. Pronto, al sentir las cosquillas, la piedra se movió un poco. ¡Y con el empuje unificado de duendes y hadas, finalmente lograron apartarla! Pasaron gritando de alegría.

-Gran duende: “¡Lo logramos! ”

El camino siguió en ascenso, y pronto se encontraron con la cueva de la Montaña Susurrante, que resonaba con un murmullo apenas audible. Al entrar, se encontraron con un río cristalino, pero atascado por montañas de hojas y maleza.

-Dimi: “¡Esto es agua! Pero necesitamos liberarlo.”

Las hadas comenzaron a volar por encima del río, usando su magia para hacer que las hojas volaran lejos, mientras los duendes limpiaban los atascos desde la orilla. Con esfuerzo, comenzaron a despejar el camino del agua.

Finalmente, el río volvió a fluir como un torrente de alegría, llenando nuevamente el Bosque Tenebroso. Todos brindaron por su hazaña con risas y canciones, celebrando su regreso al hogar.

-Lila: “¡Nunca había estado tan feliz como ahora! ”

-Gran duende: “¡Y todo gracias a la ayuda de todos! ”

El Viejo Roble, contento, observaba cómo el agua volvía y la vida florecía de nuevo en el bosque.

-Viejo Roble: “La amistad y la cooperación son las mayores fuerzas que tienen. Nunca lo olviden.”

Y así, los duendes y las hadas aprendieron que, unidos, podían enfrentar cualquier dificultad. Con agua de nuevo en su bosque, bailaron, rieron y disfrutaron, recordando la importancia de trabajar juntos por un bien común. Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!