El bote de Abril



Había una vez una niña llamada Abril, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos bosques y prados. Desde muy pequeña, Abril había desarrollado un gran amor por los animales.

Pasaba horas observándolos, jugando con ellos e incluso les hablaba como si fueran sus amigos. Un día, mientras paseaba cerca del río, Abril vio algo que la dejó sorprendida: un grupo de patitos nadando sin su mamá.

Se acercó cuidadosamente y notó que estaban asustados y perdidos. Sin pensarlo dos veces, decidió ayudarlos. Abril corrió a casa para buscar una caja grande y regresó rápidamente al lugar donde había visto a los patitos.

Con mucho cuidado, los fue atrapando uno por uno y los colocó en la caja para llevarlos a su casa. Los patitos se mostraban felices de tener a alguien como Abril que los cuidara.

Al llegar a casa, Abril preparó un lugar cómodo para ellos con agua tibia y comida especial para patitos. Les dio mucho cariño y ternura mientras esperaba encontrar una solución para reunirlos con su mamá.

A la mañana siguiente, después de investigar en libros sobre aves migratorias, Abril descubrió que los patitos pertenecían a una especie migratoria que seguía a su madre hacia el sur durante el invierno. Pero esta vez se habían perdido debido a una tormenta fuerte.

Decidida a ayudarlos, Abril tuvo una idea brillante: construiría un pequeño bote flotante donde pudieran subirse todos juntos y así seguir el camino hacia el sur. Con la ayuda de su abuelo, construyeron un bote de madera y lo colocaron en el río.

"¡Vamos patitos! ¡Suban al bote y sigamos a su mamá!"- exclamó Abril emocionada. Uno por uno, los patitos subieron al bote mientras Abril los empujaba suavemente hacia el agua. Los patitos se sentían seguros y protegidos gracias a la valentía y amor de Abril.

El bote comenzó a navegar río abajo, siguiendo el curso que los llevaría hasta donde estaba la madre de los patitos esperándolos. Durante el viaje, Abril cantaba canciones alegres para animarlos y les contaba historias sobre las aventuras que vivirían juntos.

Después de un largo viaje, finalmente llegaron al lugar donde se encontraba la mamá pata con sus demás crías. Al verlos llegar sanos y salvos, ella saltó de alegría y quac-quacquaqueó emocionada.

"Gracias por traerme a mis pequeños hijos sano y salvo", dijo la mamá pata emocionada. "Eres una niña muy especial". Abril sonrió feliz al ver cómo los patitos volvían con su familia. Sabía que había hecho algo importante ayudando a esos animales perdidos.

Aprendió que cuando amas a los animales tanto como ella lo hacía, siempre encontrarás una manera de ayudarlos. Desde aquel día, Abril se convirtió en una defensora de los animales en su pueblo.

Ayudaba a buscar hogares para perros abandonados, construía comederos para pájaros y organizaba eventos para enseñar a los niños sobre la importancia de cuidar a los animales. Y así, Abril demostró que el amor y la compasión pueden hacer grandes cambios en el mundo, incluso cuando eres una niña pequeña.

Su historia inspiró a muchos y dejó una huella imborrable en todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerla.

FIN.

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