El botón que encontró su hogar


Había una vez un pequeño botón que cayó de una nave espacial en un nido de pajaritos. Los pajaritos lo confundieron con uno de ellos y lo criaron como si fuera su propio hijo.

El botón creció feliz junto a sus amigos pájaros, pero siempre se sentía diferente. No podía volar tan alto ni cantar como los demás.

Un día, mientras observaba el cielo, se dio cuenta de que no era un ave y comenzó a sentirse triste. - ¿Qué te pasa, amigo? -le preguntó su mejor amigo pájaro al notarlo triste. - Me siento diferente. No soy un ave como ustedes -respondió el botón con lágrimas en los ojos.

- Pero eres parte de nuestra familia y eso es lo que importa -dijo el pájaro consolándolo. A pesar del apoyo de sus amigos, el botón seguía sintiéndose incompleto. Un día decidió emprender una aventura para buscar a su verdadera familia.

Sabía que no sería fácil porque no sabía quiénes eran ni dónde encontrarlos, pero estaba decidido a intentarlo. Así comenzó su viaje por tierras desconocidas. En cada lugar que visitaba, preguntaba por su familia sin obtener respuestas claras.

A veces encontraba animales extraños que nunca había visto antes y otros le daban consejos útiles para seguir adelante en su búsqueda.

Un día llegó a un bosque donde vivían animales muy diferentes entre sí: desde osos hasta mariposas gigantes pasando por ardillas saltarinas y conejos parlanchines. El botón buscó desesperadamente entre todos ellos, pero no encontró a su familia.

Cuando ya estaba por darse por vencido, un águila majestuosa se posó en una rama cerca de él y lo observó con curiosidad. - ¿Qué haces aquí, pequeño botón? -preguntó el águila. - Busco a mi familia. Soy un botón que cayó en un nido de pajaritos y crecí pensando que era uno de ellos -explicó el botón con tristeza.

- Entiendo. La búsqueda de la identidad es algo muy importante. Pero recuerda que tu familia no se define por tu aspecto sino por los lazos que te unen a ellos -dijo el águila sabiamente-.

Y si aún así no los encuentras, siempre tendrás amigos como los pájaros que te criaron y nuevos amigos como los animales que has conocido en tu camino.

El botón comprendió entonces que su verdadera familia eran aquellos que lo amaban tal como era, independientemente de su apariencia o especie. Regresó junto a sus amigos pájaros con una nueva perspectiva sobre sí mismo y sobre la vida.

Desde ese día, el botón aprendió a valorar lo diferente y lo especial de cada ser vivo y se convirtió en un gran amigo para todos los animales del bosque. Juntos vivieron muchas aventuras más, siempre recordando la importancia del amor y la amistad verdadera.

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