El brazo valiente


Nacho estaba emocionado porque ese fin de semana se celebraba la fiesta del barrio. Habría juegos, regalos y deliciosos helados. Sin embargo, mientras jugaba en el parque, Nacho se resbaló y cayó al suelo, lastimándose el brazo.

De inmediato, su mamá lo llevó al hospital y los médicos confirmaron que se lo había roto. Nacho se sentía triste y preocupado.

- ¿Pero mamá, cómo voy a disfrutar de la fiesta con mi brazo roto? - preguntó Nacho con la mirada triste. Pero su mamá le respondió con una sonrisa amorosa: - Aunque no puedas jugar ni correr, igualmente podemos ir a la fiesta.

Quizás no participes en todas las actividades, pero seguro que encontrarás otras formas de divertirte y pasar un lindo momento con tus amigos. Esa tarde, Nacho llegó a la fiesta con su brazo enyesado. Cuando sus amigos lo vieron, se acercaron preocupados. - ¿Qué te pasó, Nacho? - preguntó Sofi.

- Me rompí el brazo - respondió Nacho con un suspiro. - Qué lástima, pero al menos estás bien - dijo Lucas.

Todos los amigos de Nacho se turnaron para jugar juegos que no requerían usar los brazos, como la carrera de sacos y la búsqueda del tesoro. Nacho también presenció un espectáculo de magia y participó en el concurso de disfraces. A pesar de no poder participar activamente en todas las actividades, Nacho se divirtió mucho, compartiendo risas y alegría con sus amigos.

Al final, cuando sonaron los fuegos artificiales, Nacho se sintió emocionado y agradecido. Aprendió que, aunque a veces la vida nos ponga obstáculos, siempre hay formas de disfrutar y encontrar alegría en las pequeñas cosas.

Y así, Nacho terminó la noche con una sonrisa en su rostro, agradecido por la maravillosa fiesta y por el gran apoyo de sus amigos. Aunque su brazo estuviera roto, su espíritu seguía intacto.

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