El Brillante Discurso de Sofía



Era una mañana brillante en el colegio San Martín. Los niños llegaban emocionados, porque se acercaba el concurso de oratoria, y todos estaban ansiosos por ver quién sería el ganador. Sofía, una niña de diez años, se encontraba en su aula, muy nerviosa. Esta era su primera vez que iba a hablar frente a toda la escuela.

Sofía: "No sé si puedo hacerlo. Hay tantos chicos buenos y... y si me pongo a temblar, ¡qué vergüenza!"

Su mejor amiga, Luna, se acercó a ella.

Luna: "¡Ay, Sofi! No te pongas así. Acuérdate de lo que nos enseñó la profe. Solo tenés que ser vos misma y hablar desde el corazón."

Sofía asintió, pero aún así no podía quitarse de la cabeza el miedo a equivocarse. Esa tarde, cuando llegó a casa, se encerró en su habitación. Miró el espejo y comenzó a practicar su discurso.

Sofía: "Hoy les hablaré sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Cada pequeño gesto cuenta..."

Pero las palabras se sentían demasiado extrañas en su boca. De repente, su hermano menor, Tomi, entró en la habitación sin preguntar.

Tomi: "¿Qué haces, Sofía?"

Sofía: "Estoy practicando para mi oratoria, pero no sé si serviré para esto…"

Tomi: "¡Estás loca! A mí me encanta cómo hablas. A veces, cuando te miro, pienso que sos la mejor habladora del mundo. Solo tenés que creer en vos misma."

Sofía sonrió tímidamente, sintiendo un poco más de confianza. A la mañana siguiente, durante el recreo, Sofía decidió compartir su discurso con sus compañeros.

Sofía: "Chicos, ¿puedo contarles algo sobre lo que voy a hablar?"

Sus amigos la miraron curiosos.

Amigo 1: "¡Sí, dale!"

Sofía tomó aire y comenzó a hablar sobre el uso de plásticos y cómo deberían cuidar las plantas en su barrio. Poco a poco, se sintió más tranquila al ver que los demás escuchaban.

Amigo 2: "¡Qué interesante, Sofía! ¡Nunca lo había pensado!"

Esa pequeña charla le dio a Sofía el impulso que necesitaba. Finalmente llegó el día del concurso. Todos los alumnos estaban en el gran auditorio, y el ruido llenaba el aire. Cuando llegó el turno de Sofía, le palpito el corazón como un tambor. Subió al escenario, miró al público y recordó lo que Luna le había dicho.

Sofía: "¡Hola a todos! Soy Sofía y hoy les quiero hablar sobre la importancia de cuidar nuestro planeta..."

Al comenzar a hablar, su nerviosismo comenzó a desvanecerse. A medida que avanzaba, se dio cuenta de que su mensaje era valioso. Hablaba de cómo cada uno podía hacer una diferencia, como usar bolsas de tela o plantar árboles.

Pero de repente, un niño del fondo, Facundo, interrumpió.

Facundo: "¡Eso no es cierto! ¡Siempre hacemos lo que queremos!"

El auditorio se llenó de murmullos y Sofía sintió que se le caía el mundo encima. Pero, recordando las palabras de su hermano y su amiga, decidió enfrentar la situación.

Sofía: "Entiendo que puede parecer así, pero cada acción cuenta, Facundo. Si todos hacemos un pequeño cambio, como reciclar o ahorrar agua, podemos lograr un gran impacto."

El silencio se apoderó de la sala. Todos comenzaron a reflexionar sobre lo que Sofía había dicho. La tensión en el aire se disipó y la niña continuó con su discurso, más segura que nunca. Al finalizar, el auditorio estalló en aplausos.

Sofía: "Gracias, chicos, por escucharme. Juntos podemos cuidar nuestro hogar, la Tierra."

En el momento de anunciar al ganador, el corazón de Sofía latía a mil por hora. El director del colegio tomó el micrófono.

Director: "Y el primer premio en el concurso de oratoria es para... ¡Sofía!"

El sonido de los aplausos resonó tan fuerte que Sofía casi no podía creerlo. Salió al escenario entre gritos de alegría, sintiéndose como una superheroína. Todo el mundo la aplaudía; incluso Facundo se acercó a felicitarla.

Facundo: "Perdona por interrumpirte, Sofía. Me diste en qué pensar."

Sofía: "Gracias, Facundo. Todos podemos aprender a cuidar nuestro planeta. Podemos hacerlo juntos."

Esa experiencia no solo la hizo más fuerte, sino que también unió a todos los chicos de la escuela. Sofía se fue a casa con una sonrisa enorme, sabiendo que había hecho la diferencia. Desde ese día, comenzó un nuevo club de medio ambiente en el colegio, donde todos podían compartir ideas y trabajar juntos por un mundo mejor.

Y así, Sofía no solo ganó el concurso de oratoria, sino que también plantó la semilla de un cambio en su comunidad. Y todo empezó con el valor de hablar desde el corazón.

FIN.

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