El brillo de Alex



Había una vez un niño llamado Alex, quien se mudó a una nueva ciudad y tuvo que comenzar en una escuela nueva.

Estaba emocionado por conocer a nuevos amigos y aprender cosas nuevas, pero al llegar a su clase, se dio cuenta de que algo no iba bien. Los compañeros de clase no le prestaban atención a Alex. Pasaban el tiempo juntos, pero nunca lo incluían en sus conversaciones o actividades.

Alex se sentía triste y solo, preguntándose por qué nadie parecía interesarse en él. Sin embargo, había algo que hacía feliz a Alex: las clases de gimnasia. Le encantaba correr, saltar y jugar deportes con sus compañeros.

Durante esas horas de ejercicio, dejaba atrás la tristeza y disfrutaba cada momento. Un día después de la clase de gimnasia, el profesor notó la alegría en los ojos de Alex mientras jugaban al fútbol.

Se acercó a él y le dijo: "Alex, he notado que siempre te diviertes mucho durante nuestras clases. ¿Te gustaría unirte al equipo escolar?"Alex se sorprendió y su corazón dio un salto de emoción.

No podía creerlo ¡Finalmente alguien lo invitaba a formar parte de algo!"¡Sí!" exclamó entusiasmado. El profesor presentó a Alex al resto del equipo ese mismo día. Los chicos estaban sorprendidos porque nunca antes habían prestado atención a él en clase.

Pero ahora veían su habilidad para jugar al fútbol y estaban emocionados por tenerlo como parte del equipo. A partir de ese momento, todo cambió para Alex. No solo tenía amigos en el equipo de fútbol, sino que también comenzó a hacer amigos en su clase.

Los chicos se dieron cuenta de lo divertido y talentoso que era Alex, y se arrepintieron de haberlo ignorado antes. Alex aprendió una valiosa lección: nunca debes juzgar a alguien sin conocerlo primero.

Cada persona tiene algo especial para ofrecer y merece ser tratada con amabilidad y respeto. Con el tiempo, Alex se convirtió en un líder dentro del equipo escolar y sus compañeros admiraban su dedicación y entusiasmo.

Pero lo más importante, Alex aprendió a ser él mismo sin importar lo que los demás pensaran. Y así, gracias al deporte que tanto amaba, Alex encontró la felicidad y la amistad verdadera.

Desde ese día, siempre animaba a los demás a ser amables con todos e incluirlos en todas las actividades. La historia de Alex nos enseña que no debemos juzgar por las apariencias ni excluir a otros por ser diferentes.

Todos tenemos algo especial para compartir y cuando damos una oportunidad a alguien, podemos descubrir verdaderas joyas humanas. El amor y la aceptación son claves para construir relaciones sólidas y duraderas.

FIN.

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