El Brillo de Alex



Era un día soleado en la escuela primaria "Las Estrellitas". Todos los niños estaban entusiasmados por el comienzo de la clase de arte. Alex, un niño de siete años, era conocido por su carácter travieso y su energía inagotable.

Cada vez que llegaba a clase, lo hacía con un gran alboroto.

"¡Miren! ¡Traje mi disfraz de superhéroe!" - gritó Alex al entrar a la sala, mientras giraba sobre sí mismo y mostraba su capa.

Los otros niños se rieron y comenzaron a aplaudir, disfrutando del espectáculo. Sin embargo, la tutora, la señora Lucía, observaba con una mezcla de preocupación y cariño.

Cuando finalizó la clase, la señora Lucía se acercó a Alex.

"Alex, querido, me encanta tu alegría y tu creatividad, pero a veces llamas mucho la atención. ¿Sabés que hay momentos y lugares para mostrar eso?" - le dijo suavemente.

Alex, sintiéndose un poco confundido, respondió:

"Pero a mí me gusta que se rían y se diviertan. ¡No quiero que se aburran!"

"Lo entiendo, pero a veces es mejor dejar que otros brillen también. Todos tienen algo especial dentro de ellos. En la próxima clase, propongo un concurso de talentos. Allí podrías mostrar lo que sabes hacer, y tal vez los demás también se animen a participar" - sugirió la señora Lucía.

Alex se sintió emocionado ante la idea.

"¡Eso es genial! Puedo hacer una rutina de malabares con pelotas de colores. ¡Voy a practicar!" - exclamó.

La señora Lucía sonrió.

"¡Eso es, Alex! Practicá y pensá también en cómo podrías ayudar a otros a brillar en ese concurso. Podés presentar a tus compañeros y hacer que se sientan especiales".

El día del concurso de talentos llegó. Todos estaban nerviosos, pero también emocionados. Alex había estado practicando y estaba listo para hacer su presentación.

Cuando fue su turno, Alex se presentó ante sus compañeros:

"¡Hola! Yo soy Alex y hoy les mostraré mis habilidades con los malabares. Pero antes, también tengo una sorpresa: ¡voy a presentar a mis amigos!"

Los niños se sorprendieron y empezaron a murmurar entre ellos.

"¿Qué va a hacer?" - se preguntaron.

Alex se dirigió a Julián, quien siempre había sido muy tímido.

"¡Julián! Vení, vas a cantar una canción para todos!"

Julián miró a Alex con miedo, pero las palabras de aliento de su amigo le dieron valor.

"Está bien, lo intentaré" - dijo Julián, subiendo al escenario.

Después de que Julián cantó, el aplauso fue estruendoso. Alex sintió una gran satisfacción al ver a su amigo sonreír. Luego pasó a presentar a Sofía, quien se había preparado un truco de magia.

"¡Y ahora, demos un gran aplauso para Sofía!"

Sofía, nerviosa pero emocionada, se animó a presentar su truco, y los aplausos no se hicieron esperar.

Finalmente, llegó el momento de que Alex hiciera su espectáculo de malabares.

"Y ahora tengo una última sorpresa, no solo voy a hacer malabares, ¡sino que también voy a invitar a Julián y Sofía para que se unan a mí!"

La multitud estalló en vítores y aplausos.

"¡Vamos, chicos! ¡Hagámoslo juntos!" - gritó Alex, y pronto los tres amigos se unieron en el escenario.

El público se emocionó al ver cómo todos brillaban juntos en un hermoso espectáculo. Todo quedó claro: Alex no solo había sabido compartir el protagonismo, sino que además había ayudado a que sus amigos se sintieran especiales y valorados.

Al final del día, la señora Lucía se acercó a Alex.

"Estoy muy orgullosa de ti, Alex. Entendiste lo que significa ayudar a otros a sobresalir".

"Gracias, señora Lucía. Fue mucho más divertido hacerlo juntos" - respondió Alex con una sonrisa radiante.

Desde ese día, Alex aprendió que ser el centro de atención no siempre era necesario y que, a veces, el verdadero brillo se encuentra en permitir que otros resplandezcan a su lado.

Cada vez que pasaba por el pasillo de la escuela, siempre había un nuevo espectáculo de talentos en camino, y Alex se convirtió en un gran colaborador, apoyando a sus amigos a brillar. Así, cada día allí era un nuevo momento para celebrar la creatividad y la amistad.

FIN.

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