El brillo de Enrique


Enrique era un chico que solía ser alegre y activo, pero algo había cambiado en él. Desde hacía un tiempo, se mostraba triste y desanimado, lo cual preocupaba mucho a sus padres y profesores.

Un día, la maestra de Enrique, la señorita Laura, decidió hablar con él después de clases. Se acercó a su pupitre y le preguntó con ternura: - Enrique, ¿qué te pasa? Notamos que estás muy triste últimamente y no estás rindiendo como solías hacerlo.

Enrique bajó la mirada y sus ojos se llenaron de lágrimas. Con voz temblorosa respondió:- No sé... Me siento solo y no encuentro motivación para nada.

La señorita Laura tomó la mano de Enrique con cariño y le dijo:- Escúchame, querido. Todos pasamos por momentos difíciles en la vida, pero lo importante es no rendirse. Tienes tanto potencial dentro de ti, solo necesitas descubrirlo. Aquellas palabras resonaron en el corazón de Enrique.

Esa misma noche reflexionó sobre lo que le había dicho su maestra e intentó buscar una manera de recuperar su alegría. Al día siguiente, llegó al colegio decidido a cambiar su actitud.

Participó en clase, interactuó más con sus compañeros e incluso ayudó a algunos con sus tareas. La señorita Laura notaba el cambio en él y se sentía orgullosa. Sin embargo, un desafío aún mayor estaba por venir.

Se acercaba el día del gran concurso escolar de talentos y Enrique amaba cantar, pero nunca se había atrevido a mostrar esa faceta suya debido a su inseguridad.

Cuando escuchó sobre el concurso, sintió mariposas en el estómago pero recordó las palabras de la señorita Laura: "Tienes tanto potencial dentro de ti". Tomando coraje, decidió inscribirse. Llegada la noche del evento, los nervios invadían a Enrique mientras esperaba su turno para subir al escenario. Finalmente llegó el momento.

Con paso firme avanzó hacia el micrófono y empezó a cantar una canción que expresaba todo lo que sentía. Su voz resonaba fuerte y clara en el auditorio silencioso. Cuando terminó, fue recibido por un estruendoso aplauso que lo emocionó hasta las lágrimas.

Desde ese día, Enrique recuperó su alegría perdida. Comprendió que todos tenemos altibajos en la vida pero siempre hay una luz al final del túnel si nos esforzamos por encontrarla.

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