El Brillo de Gianne



En un rincón mágico de un maravilloso mundo, vivía una hermosa hada llamada Blu. Sus alas resplandecían como el sol y su risa llenaba el aire de dulzura. Un día, mientras exploraba el Bosque de los Susurros, Blu encontró a una hada que nunca había visto antes.

"Hola, soy Blu, ¿cómo te llamás?" - preguntó con una sonrisa.

La otra hada, que se llamaba Gianne, la miró con ojos temerosos y, después de un breve silencio, susurró:

"Soy Gianne, pero... no soy como vos. Soy... diferente."

Blu, intrigada, se acercó un poco más.

"¿Por qué decís eso?" - inquirió Blu con amabilidad.

Gianne bajó la mirada y, en voz baja, empezó a contar una historia que ocultaba en su corazón.

"Hay una hada malvada, Morgara, que viene a buscarme cada noche. Me deja atrapada en un sueño oscuro donde no puedo volar ni brillar al amanecer. Siento que debo esconderme y no ser vista, porque si ella me encuentra…"

"¡No tienes que temer a esa hada, Gianne!" - exclamó Blu con determinación. "Eres más valiosa de lo que creés. Juntas podemos enfrentarnos a tus miedos. ¡Te ayudaré!"

Gianne, al escuchar las palabras de Blu, sintió un pequeño destello de esperanza.

"Pero, ¿cómo podrías ayudarme? No tengo poderes como vos."

Blu sonrió con ternura.

"Tener poder no es solo cuestión de magia. Se trata de reconocer lo valiosa que sos. Con tu luz interna, podemos crear un escudo de amistad que mantendrá a Morgara lejos de nosotras."

Gianne, aunque dudosa, aceptó la propuesta. Así que, esa misma noche, se sentaron en un claro iluminado por luciérnagas y se tomaron de las manos.

"Cierra los ojos y piensa en lo que más amás", le dijo Blu.

Con cada susurro de Blu, Gianne comenzó a recordar momentos felices: la risa de sus amigas, los bellos paisajes que había visto, y en cada recuerdo, su luz interna empezó a brillar con más fuerza.

"¡Lo lograste, Gianne! ¡Mira!" - exclamó Blu emocionada, señalando la luz que empezaba a emerger de Gianne, iluminando el bosque.

Sin embargo, justo en ese momento, un viento fuerte llegó y trajo consigo la risa siniestra de Morgara.

"¿Qué creen que están haciendo? Nadie puede detenerme..." - resonó la voz malvada.

Gianne, asustada, se sintió tentada a rendirse:

"Blu, ¿y si no puedo brillar? ¿Y si me atrapa?"

"Confía en ti misma, Gianne. ¡Puedes hacerlo! ¡Repasemos lo que hemos practicado!" - animó Blu.

Juntas, encendieron la luz en sus corazones. Al unir su magia, un brillante escudo de energía se formó, protegiéndolas de las garras de Morgara. La hada malvada, sorprendida, dio un paso atrás.

"No puedo creerlo... ¡Esto no termina aquí!" - gritó Morgara mientras se desvanecía en la oscuridad del bosque.

Gianne sintió un gran alivio y, por primera vez, se dio cuenta de que era más fuerte de lo que había imaginado. Mirando a Blu, le dijo:

"¡Gracias! Nunca pensé que podría enfrentarla. ¿Cómo podría ser tan valiosa?"

"Porque tenías un brillo único que sólo necesitaba ser liberado. Todos somos especiales, Gianne. Nunca olvides eso."

Desde esa noche, Gianne aprendió a enfrentar sus miedos. Juntas, Blu y Gianne exploraron el mágico mundo, ayudando a otros hadas a encontrar su luz interna. Gianne nunca se sintió sola o insegura nuevamente. Sabía que su valor era enorme y que, con amigas a su lado, podía brillar más que nunca.

Con el tiempo, Morgara dejó de ser una amenaza, ya que el brillo de Gianne y Blu era más fuerte que cualquier sombra.

Y así, en ese maravilloso mundo lleno de magia, amistad y amor, Gianne descubrió su verdadero poder y la certeza de que era valiosa, amada y capaz de cualquier cosa.

Y, en cada noche estrellada, Gianne y Blu seguían uniendo sus luces, iluminando a todas las hadas que encontraban, recordándoles lo especiales que eran.

FIN.

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