El brillo de José en la marimba


Había una vez en la ciudad de Esmeraldas, provincia del Ecuador, un niño llamado José. José tenía 7 años y vivía en una casita pintada de colores alegres junto a su abuela Rosa.

Desde pequeño, José había sentido una conexión especial con la música, le encantaba escuchar los sonidos que la naturaleza le regalaba cada día.

Una tarde soleada, mientras paseaba por el parque cerca de su casa, José escuchó un sonido maravilloso que lo hizo detenerse en seco. Era el dulce y vibrante sonido de una marimba que provenía de la plaza central. Sus ojitos se iluminaron al instante y sintió cómo su corazón comenzaba a bailar al compás de la melodía.

Sin poder resistirse, José corrió hacia la plaza donde encontró a un grupo de músicos tocando con pasión sus instrumentos. La marimba resonaba con fuerza y alegría, invitando a todos a bailar al ritmo contagioso de la música tradicional ecuatoriana.

José se acercó tímidamente al grupo y les preguntó si podía unirse a ellos. Los músicos sonrieron y le dieron una pequeña maraca para que acompañara la melodía.

José no pudo contener su emoción y comenzó a moverse al compás de la marimba, dejando fluir toda su alegría a través del baile. - ¡Qué bien bailas! -exclamó uno de los músicos sorprendido por el talento natural de José.

- ¡Gracias! La música me hace sentir vivo -respondió José con una gran sonrisa en el rostro. Desde ese día, José se convirtió en el alma del grupo musical. Todos los días después de clases corría hacia la plaza para ensayar con sus nuevos amigos.

La música llenaba su vida de magia y alegría, haciéndolo olvidar cualquier preocupación o tristeza que pudiera haber en su camino. Un mes más tarde, llegó el anuncio del festival folclórico anual en Esmeraldas.

El grupo decidió presentarse ante todo el pueblo y mostrarles el talento que habían descubierto en ese pequeño niño apasionado por la música. El día del festival llegó y la plaza central estaba repleta de gente ansiosa por disfrutar del espectáculo.

Cuando le tocó el turno al grupo musical liderado por José, todos se quedaron sin palabras al verlo brillar en el escenario con tanta energía y entusiasmo. La marimba resonaba fuerte y clara mientras José hacía bailar a todos con sus movimientos llenos de gracia y pasión.

Al finalizar la presentación, el público estalló en aplausos y vítores por tan increíble actuación. -¡Eres realmente asombroso! -dijo uno de los músicos orgulloso. -Gracias a ustedes descubrí mi verdadera pasión por la música -respondió emocionado José.

Desde ese día, las calles retumbaron con historias sobre aquel niño prodigio que había conquistado los corazones de todos con su talento único para hacer bailar hasta al más rígido entre ellos.

Y así fue como José descubrió que lo hermoso del sonido de la marimba no solo lo hacía bailar sino también lo conectaba con algo mucho más profundo: su propia felicidad interior expresada a través del arte musical que tanto amaba.

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