El brillo de la amistad
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un niño llamado Mateo. Mateo era muy solitario, no tenía amigos con quienes jugar y siempre se sentía triste al ver a los demás niños divirtiéndose juntos.
Una noche, mientras miraba por la ventana de su habitación, vio las estrellas brillando en el cielo oscuro. Se quedó maravillado por su belleza y se preguntó si las estrellas podrían convertirse en sus amigas.
Decidió salir de su casa y seguir el brillo de una estrella especialmente brillante que parecía guiarlo hacia la montaña. Mateo caminó durante horas hasta llegar a la cima de la montaña, donde encontró a una criatura mágica llamada Estrellita.
Estrellita era una estrella fugaz que había bajado del cielo para hacer compañía a Mateo. "¡Hola, soy Estrellita! He venido para ser tu amiga y acompañarte en tus aventuras", dijo la pequeña estrella con una voz chispeante.
Mateo estaba sorprendido pero emocionado de tener finalmente a alguien con quien hablar y jugar. Juntos exploraron la montaña, descubriendo cuevas secretas y cascadas cristalinas. Estrellita le enseñó canciones mágicas que llenaban el aire de alegría y risas.
Un día, mientras jugaban cerca de un lago azul brillante, escucharon llantos provenientes del bosque cercano. Se acercaron cuidadosamente y encontraron a Luna, una niña hada que se había perdido en el bosque. "¿Estás perdida?", preguntó Mateo con preocupación.
"Sí, me separé de mis amigos hadas mientras jugábamos", respondió Luna entre sollozos. Mateo presentó a Luna a Estrellita y juntos idearon un plan para ayudarla a encontrar el camino de regreso a casa.
Usando la luz brillante de Estrellita como guía, lograron llegar al claro donde vivían las hadas. Las hadas recibieron a Luna con abrazos cálidos y palabras de alivio.
Agradecidas por haber encontrado a su amiga perdida, invitaron a Mateo y Estrellita a quedarse para compartir un festín mágico bajo la luz plateada de la luna. Así fue como Mateo descubrió que las verdaderas amistades pueden surgir en los momentos más inesperados y que las estrellas realmente podían guiarlo hacia la felicidad.
Desde ese día en adelante, él nunca más se sintió solo porque sabía que siempre tendría amigos especiales junto a él: Estrellita y Luna.
FIN.