El brillo de la amistad



En una pequeña escuela en un pueblo llamado Villa Esperanza, vivía Melina, una niña de cabello rizado y ojos brillantes. A pesar de su alegría natural, Melina siempre se sentía sola en la escuela.

No tenía amigos con quienes jugar en el recreo ni con quien compartir sus secretos. Un día, mientras caminaba por el patio de la escuela viendo a los demás niños reír y jugar juntos, Melina se sintió más triste que nunca.

Se sentó en un banco bajo un árbol y dejó caer una lágrima al suelo.

Fue entonces cuando escuchó una voz suave que le preguntó:- ¿Estás bien? Melina levantó la mirada y vio a Luna, una niña nueva en la escuela que tenía unos lindos rizos dorados y ojos tan azules como el cielo. - Sí... estoy bien -respondió Melina con timidez. Luna se sentó junto a ella y comenzaron a hablar.

Pronto descubrieron que tenían muchas cosas en común: les gustaba dibujar, cantar canciones inventadas y soñar despiertas sobre mundos mágicos. Desde ese día, Melina ya no estaba sola en la escuela. Luna se convirtió en su mejor amiga y juntas eran imparables.

Se apoyaban mutuamente en todo momento y compartían risas y aventuras todos los días. Pero un día, algo inesperado sucedió. Un grupo de niños populares se acercaron a Melina y Luna mientras jugaban en el patio.

- ¿Qué hacen ustedes dos juntas? -preguntó uno de ellos con tono burlón. Melina sintió un nudo en la garganta, pero Luna respondió con seguridad:- Somos amigas, ¿algún problema? Los niños populares intercambiaron miradas sorprendidas antes de soltar una carcajada. - ¡Ja! Amigas...

¡como si eso fuera importante! -dijeron antes de irse. Melina miró a Luna con tristeza, temiendo que ahora ella también quisiera alejarse al ver lo que pensaban los demás.

Pero para sorpresa de Melina, Luna simplemente le dio un abrazo cálido y dijo:- Ellos no entienden lo especial que es nuestra amistad. Tú eres importante para mí sin importar lo que digan los demás. Las palabras de Luna llenaron el corazón de Melina de alegría y gratitud.

A partir de ese momento, supo que tener un verdadero amigo era mucho más valioso que ser popular entre los demás niños. Y así, Melina aprendió una gran lección: la verdadera amistad va más allá de las apariencias o del qué dirán.

Lo importante es encontrar a alguien con quien puedas ser tú mismo y compartir momentos felices juntos.

FIN.

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