El brillo de la amistad



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y campos verdes, vivía una niña llamada Luna. Luna era especial, pues su cuerpo era como el de un esqueleto.

Sin embargo, a pesar de su apariencia diferente, tenía un corazón lleno de amor y bondad. Luna siempre se sentía sola porque los demás niños del pueblo no querían jugar con ella. Tenían miedo de su aspecto y la evitaban.

Pero eso no detenía a Luna, quien decidió que haría todo lo posible para hacer amigos. Un día, mientras caminaba por las calles del pueblo, escuchó un ruido muy peculiar que venía desde la estación de tren.

Se acercó curiosa y descubrió que había llegado un nuevo tren al pueblo. Era un tren muy antiguo pero hermoso. Sin pensarlo dos veces, Luna decidió subirse al tren para explorarlo.

Al entrar en uno de los vagones, se encontró con un grupo de animales parlantes: una coneja llamada Bella, un gato llamado Simón y una tortuga llamada Canela. - ¡Hola! ¿Quién eres tú? - preguntó Bella sorprendida. - Soy Luna - respondió ella tímidamente - Estoy buscando amigos.

- ¡Qué coincidencia! Nosotros también estamos buscando nuevos amigos - dijo Simón emocionado. - ¡Es genial tener compañía en este viejo tren! - añadió Canela sonriendo. A partir de ese momento, los cuatro se convirtieron en inseparables amigos.

Juntos recorrían el pueblo visitando a las personas mayores y ayudándolas en lo que necesitaran. Poco a poco, la noticia de la amistad entre Luna y los animales del tren se fue esparciendo por el pueblo.

Los habitantes comenzaron a darse cuenta de que Luna no era diferente, sino especial en su propia manera. Un día, mientras ayudaban a una anciana a cruzar la calle, Luna notó que los niños del pueblo los observaban desde lejos.

Se acercó a ellos y les dijo:- ¡Hola! ¿Quieren jugar con nosotros? - Pero... tú eres un esqueleto - respondió uno de los niños con miedo. - Sí, lo soy. Pero eso no significa que no pueda ser tu amiga - contestó Luna con una sonrisa.

Los niños se miraron unos a otros, pensando en las palabras de Luna. Finalmente, decidieron darle una oportunidad y jugar juntos. A partir de ese día, la vida en el pequeño pueblo cambió para siempre.

Los prejuicios y el miedo desaparecieron poco a poco gracias a la valentía y bondad de Luna. Luna demostró al mundo que lo importante no es cómo lucimos por fuera, sino cómo somos por dentro.

Su amistad con los animales del tren inspiró a todos a ver más allá de las apariencias y valorar lo que cada persona tiene para ofrecer. El pueblo se convirtió en un lugar lleno de felicidad y respeto hacia todos sus habitantes.

Y todo esto fue gracias a la niña esqueleto llamada Luna, quien enseñó al mundo que la verdadera belleza radica en el corazón. Y así, junto con Bella, Simón y Canela, Luna vivió aventuras inolvidables mientras seguían repartiendo amor por dondequiera que iban.

FIN.

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