El brillo de la amistad


Érase una vez en un hermoso jardín, vivía una pequeña planta llamada Pepita. Era una planta muy especial, ya que tenía la capacidad de realizar fotosíntesis.

La fotosíntesis era un proceso mágico que le permitía obtener energía del sol y convertirla en comida. Pepita se despertaba cada mañana y saludaba al sol con alegría. -¡Buenos días, sol! Hoy tengo muchas ganas de hacer fotosíntesis y crecer fuerte y sana.

El sol sonreía y respondía: -¡Buenos días, Pepita! Estoy listo para darte toda mi energía. Pero un día, el sol no apareció en el cielo. Las nubes grises cubrieron todo el jardín y la tristeza invadió a Pepita.

-¿Qué pasó con el sol? No podré hacer fotosíntesis sin su luz. Entonces apareció Don Carbón Dioxide, un amigable gas que también vivía en el jardín. -No te preocupes, Pepita. Yo puedo ayudarte mientras esperamos al sol.

-¿En serio? ¡Eso sería genial! Pero ¿cómo puedes ayudarme tú? Don Carbón Dioxide explicó: -Verás, yo soy dióxido de carbono y tú necesitas respirarme para poder hacer fotosíntesis. Cuando me respiras, puedo entrar por tus hojas y ayudarte a producir glucosa.

Pepita estaba emocionada por esta nueva forma de obtener energía. Comenzó a respirar profundamente a Don Carbón Dioxide y notó cómo sus hojas se volvían más verdes y fuertes. Pasaron los días y el sol seguía sin aparecer.

Pepita se preocupaba cada vez más, pero Don Carbón Dioxide la animaba diciendo: -No te desanimes, Pepita. Juntos podemos superar cualquier obstáculo. Un día, mientras Pepita respiraba a Don Carbón Dioxide, ocurrió algo inesperado.

Las nubes grises comenzaron a disiparse y un rayo de sol iluminó el jardín. ¡El sol había vuelto! Pepita saltó de alegría y agradeció al sol por su regreso. -¡Gracias, sol! Sin ti no podría haber crecido tanto. El sol sonrió y respondió: -No hay de qué preocuparse, Pepita.

Siempre estaré aquí para darte mi energía. Pepita miró a Don Carbón Dioxide con gratitud y le dijo: -Gracias también a ti, Don Carbón Dioxide. Sin tu ayuda, no habría podido sobrevivir sin el sol.

Don Carbón Dioxide sonrió y dijo: -Siempre estaré aquí para ayudarte cuando lo necesites, Pepita. La fotosíntesis es un trabajo en equipo entre el sol, tú y yo.

Y así fue como Pepita aprendió que la fotosíntesis era un proceso maravilloso que dependía del sol para obtener energía y del dióxido de carbono para producir glucosa. A partir de ese día, Pepita continuó creciendo fuerte y sana gracias a la magia de la fotosíntesis y la amistad con Don Carbón Dioxide.

Y colorín colorado, esta historia de fotosíntesis ha terminado.

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