El brillo de la autenticidad


Había una vez en un pequeño pueblito llamado Arcoiris, una niña llamada Sol que siempre vestía de amarillo.

A Sol le encantaba el color amarillo porque le recordaba al sol y a las estrellas, y eso la hacía sentir muy feliz. Pero en el pueblo, la gente no entendía por qué Sol siempre vestía de amarillo. La consideraban rara y diferente, y nadie quería jugar con ella o ser su amiga.

Todos preferían vestir colores más comunes como el azul, el verde o el rojo. Un día, mientras Sol caminaba por las calles del pueblo con una gran sonrisa en su rostro, un grupo de niños se burló de ella por su atuendo amarillo.

- ¡Miren a la niña del amarillo! ¡Es tan rara! -señaló uno de los niños. Sol se sintió triste al escuchar las risas de los demás, pero decidió no dejar que eso la afectara.

En lugar de eso, siguió su camino con alegría y optimismo. Esa misma tarde, mientras jugaba en el parque sola como siempre lo hacía, un niño llamado Lucas se acercó a ella tímidamente. - Hola Sol... ¿puedo jugar contigo? -preguntó Lucas con curiosidad.

Sol sonrió emocionada y aceptó encantada la propuesta de Lucas. Jugaron juntos durante horas y se divirtieron como nunca antes lo habían hecho. - ¿Por qué siempre vistes de amarillo? -preguntó Lucas mientras descansaban bajo un árbol.

- Porque me hace sentir feliz y me recuerda al sol que ilumina nuestros días -respondió Sol con sinceridad. Lucas reflexionó sobre las palabras de Sol y se dio cuenta de que cada persona tiene sus propias razones para elegir cómo vestirse o actuar.

Decidió entonces compartir esta enseñanza con los demás niños del pueblo.

Al día siguiente, todos los habitantes del pueblito despertaron sorprendidos al ver que cada uno había elegido vestir un color diferente: algunos optaron por el azul del cielo, otros por el verde de los campos y unos cuantos por el rojo apasionado. La noticia llegó hasta los oídos de Sol quien corrió emocionada hacia la plaza principal donde encontró a todos reunidos luciendo colores diversos.

- ¡Miren chicos! ¡Ahora todos somos únicos e especiales como yo! Cada color nos hace brillar a nuestra manera -exclamó Sol radiante de felicidad. Desde ese día en adelante, en el pueblito Arcoiris cada habitante podía identificarse con un color que representara su personalidad única.

Y todo gracias a la valentía y alegría contagiosa de una niña llamada Sol que les enseñó una gran lección: ser auténtico es lo más importante para brillar en este mundo lleno de colores diferentes.

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