El brillo de la diversidad



Había una vez en un lejano pueblo de gatos, un pequeño felino llamado Mimoso.

Mimoso era especial, pues a diferencia de los demás gatos que eran mayormente blancos o negros, él era un hermoso gato calico con manchas de colores por todo su pelaje. Desde muy chico, Mimoso se dio cuenta de que no era como los otros gatos y eso lo entristecía.

Un día soleado, mientras jugaba en el parque con sus amigos Miau y Garra, escuchó a unos gatitos burlándose de él por ser diferente. "¡Mira al gato raro con manchas extrañas!", se reían sin piedad. Mimoso corrió a esconderse detrás de unos arbustos, sintiéndose triste y avergonzado.

"¿Qué te pasa, Mimoso?", preguntó Garra preocupado. "Nada... solo estoy cansado", respondió Mimoso tratando de ocultar sus lágrimas. Garra lo miró fijamente y le dijo: "Mimoso, eres único y especial tal como eres.

No importa si tienes manchas diferentes a los demás gatos. ¡Eso te hace brillar aún más!"Miau asintió emocionada y agregó: "Sí, todos somos diferentes en nuestra propia forma. Esa diversidad nos hace únicos y hermosos".

Las palabras de sus amigos resonaron en el corazón de Mimoso, quien poco a poco comenzó a comprender la importancia de aceptarse a sí mismo tal como era. Decidió dejar atrás las burlas y abrazar su singularidad con orgullo.

Días después, durante el festival anual del pueblo de los gatos, se anunció un concurso de belleza donde todos los felinos podían participar mostrando su mejor aspecto. A pesar de sus dudas iniciales, Mimoso decidió inscribirse en el concurso.

Al llegar el gran día del evento, los demás gatos quedaron maravillados al ver la elegancia y colorido del pelaje de Mimoso. Su presencia irradiaba confianza y autoaceptación. Cuando llegó su turno sobre el escenario, todos aplaudieron admirados ante tanta belleza única.

Al final del concurso, para sorpresa de muchos euforia generalizada entre la multitud presente incluidos Miau, Garra, y otros amigos; fue coronado como el ganador indiscutible del certamen por su originalidad y carisma.

Desde ese momento en adelante, Misoso entendió que la verdadera belleza reside en la aceptación propia sin importar las opiniones externas ni los estereotipos establecidos por la sociedad. Y así vivió feliz disfrutando cada momento junto a sus amigos siendo fiel a sí mismo.

Moraleja: La verdadera belleza radica en aceptarnos tal cual somos sin dejarnos influenciar por lo que opinen los demás.

FIN.

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