El brillo de la felicidad



Matteo y Isaías eran dos hermanitos inseparables. Vivían en una pequeña casa con su mamá, pero un día recibieron la noticia de que tenían que mudarse a un nuevo hogar.

Los niños estaban muy tristes por tener que dejar su casa y a sus amigos del barrio. Se sentían asustados y solos ante lo desconocido. - ¿Por qué nos tenemos que ir? -preguntó Matteo con lágrimas en los ojos.

- No quiero dejar mi habitación -dijo Isaías abrazando su almohada favorita. Su mamá intentaba consolarlos diciéndoles que todo estaría bien, pero los niños no podían evitar sentirse tristes. El día de la mudanza llegó y los hermanos vieron cómo empacaban todas sus cosas en cajas.

A medida que la casa se vaciaba, el corazón de Matteo e Isaías también se sentía más vacío. Finalmente llegaron a su nueva casa, era grande y espaciosa, pero para los niños parecía fría y vacía.

- No me gusta este lugar -dijo Isaías mientras exploraba el jardín sin entusiasmo alguno. Pero lo que no sabían es que algo maravilloso les esperaba en esa nueva casa. Una noche mientras dormían, escucharon unos ruidos extraños afuera de la ventana.

Los dos saltaron de la cama asustados y corrieron hacia ella para ver qué pasaba. Al mirar por la ventana vieron un espectáculo increíble: había luciérnagas volando alrededor del jardín iluminándolo con sus destellos brillantes como si fuera una fiesta.

- ¡Mira Isaías! -dijo Matteo señalando hacia el jardín. Los dos corrieron hacia afuera y se quedaron maravillados con la belleza de las luciérnagas.

Desde ese día, los hermanos empezaron a explorar su nuevo hogar y descubrieron cosas increíbles como un árbol enorme para trepar, una cueva secreta en el bosque cercano, y un lago donde podían pescar. Con cada descubrimiento, su tristeza se fue desvaneciendo hasta que finalmente encontraron la felicidad en su nuevo hogar.

Descubrieron que aunque las cosas pueden cambiar, siempre hay algo bueno esperando al final del camino. - Mamá, me encanta nuestra nueva casa -dijo Isaías sonriendo mientras abrazaba a su mamá. - Gracias por traernos aquí -agregó Matteo emocionado.

La mamá de los niños sonrió feliz al verlos tan contentos y sabía que habían encontrado algo especial en ese lugar.

Y así fue como Matteo e Isaías aprendieron que aunque las mudanzas pueden ser difíciles, siempre hay nuevas aventuras por vivir y cosas maravillosas por descubrir.

FIN.

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