El brillo de Lila



Había una vez, en un bosque encantado, un hada llamada Lila. Lila era conocida por su hermoso brillo y su risa contagiosa. Pero un día, Lila se sintió extrañamente triste. Ya no reía como solía hacerlo y los colores del bosque parecían más apagados sin su luz.

Los otros habitantes del bosque estaban preocupados. El duende Tico le preguntó:

"¿Lila, querida? ¿Por qué no estás sonriendo?"

Lila suspiró y dijo:

"No lo sé, Tico. Simplemente me siento... vacía. He perdido mi brillo y, con él, la alegría de hacer felices a los demás."

Tico decidió que debía hacer algo para ayudar a su amiga. Se le ocurrió una idea divertida.

"¡Vamos a buscar a la sabia tortuga Matilda! Ella siempre tiene los mejores consejos."

Así que juntos, partieron hacia la casa de Matilda. Después de un pequeño viaje, llegaron a una gran roca cubierta de húmedas hojas. Allí estaba Matilda, de caparazón brillante y ojos cálidos. Lila le contó su pena. Matilda, con su voz pausada, respondió:

"A veces, el brillo se apaga cuando olvidamos lo que realmente nos hace felices. Debate con tus sentimientos, Lila. ¿Qué te gusta hacer? ¿Cuándo fue la última vez que disfrutaste de algo?"

Lila pensó.

"Me encantaba ayudar a las flores a crecer, a los pajaritos a aprender a volar... Pero ahora, eso no me llena."

Matilda sonrió.

"Quizá necesitas un nuevo desafío. ¿Qué tal si exploras algo nuevo en el bosque? Puede que encuentres algo que despierte tu alegría nuevamente."

Al principio, Lila dudó, pero decidió intentarlo. Con Tico a su lado, se embarcaron en una aventura para descubrir nuevos rincones del bosque.

Primero encontraron un lago cristalino donde los sapitos jugaban saltando de roca en roca. Lila y Tico se unieron a ellos, brincando y riendo. A pesar de la diversión, Lila seguía sintiéndose un poco triste.

Luego, llegaron a un claro donde un grupo de mariposas brillantes estaba organizando un baile.

"¡Vengan a bailar!" gritó una mariposa.

Lila, entusiasmada, se unió al baile, pero no podía dejar de notar que su brillo seguía apagado. Se separó un momento, sintiéndose decepcionada.

"Nada vuelve a ser como antes. Extraño mi brillo."

Justo en ese momento, una mariposa amiga se acercó a ella y le dijo:

"Lila, tu brillo no ha desaparecido. Solo está dormido. Tal vez necesites encontrar una nueva fuente de inspiración. ¿Qué te gustaría experimentar?"

Y fue así como Lila se sentó y pensó profundamente. De repente, se acordó de su amor por la música que una vez había disfrutado.

"¡Me encanta la música! Cuando escucho las melodías, mi corazón se llena de alegría. Quizás pueda intentar tocar algo nuevo."

Decidida, Lila y Tico se dirigieron al árbol más alto de todo el bosque, donde podían encontrar a la anciana lechuza Borja, famosa por tener una guitarra mágica. Lila la buscó, y al encontrarla, pidió con entusiasmo:

"Borja, ¿puedo aprender a tocar la guitarra?"

Borja, con una voz melodiosa, respondió:

"Por supuesto, querida. Solo debes practicar y dejar que la música fluya desde tu corazón."

Lila comenzó a tocar la guitarra y cuanta más melodía producía, más luz comenzaba a emanar de su ser. Con cada nota, su brillo se fue intensificando. Tico aplaudía emocionado.

"¡Eso es, Lila! ¡Estás recuperando tu brillo!"

Con el tiempo, Lila mejoró en la música y organizó un gran concierto en el bosque donde todos los amigos vinieron a escucharla. Al terminar la velada, el bosque entero estaba iluminado por su luz.

"¡No puedo creerlo! ¡Tu brillo ha regresado, Lila!" exclamó Tico, lleno de alegría.

"Gracias, amigo. Esta aventura me enseñó que a veces, debemos explorar nuevas cosas para redescubrir nuestra felicidad. Estoy lista para seguir creando música y ayudando a todos a mi alrededor."

A partir de ese día, Lila no solo tocó música, sino que también siguió ayudando a los demás, y cada vez que lo hacía, su brillo se hacía más fuerte. Así, el bosque volvió a ser un lugar lleno de colores y risas, todo gracias a una hada que se atrevió a redescubrirse a sí misma.

Y así, Lila comprendió que la felicidad a menudo se encuentra al seguir nuestro corazón y explorar nuevas posibilidades.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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