El brillo de los pequeños



En un pueblo de la costa de Colombia vivía un hombre muy especial.

Su nombre era Mateo y le encantaba pasar sus días junto al mar, disfrutando de la brisa fresca y el sonido de las olas rompiendo en la orilla. Mateo era conocido por su amor por los colores y la luz, siempre buscando nuevas formas de hacer brillar su vida y la de los demás.

Un día, mientras caminaba por la playa, Mateo vio a un grupo de chicos jugando con fuegos artificiales. Se acercó a ellos con curiosidad y les preguntó qué estaban haciendo. "Estamos celebrando el final del verano con estos fuegos.

¿Quieres ver cómo se encienden?" -dijo uno de los chicos, emocionado. Mateo asintió con entusiasmo y observó maravillado cómo los chicos encendían los fuegos artificiales. Los colores brillantes iluminaron el cielo nocturno y pintaron figuras mágicas en el aire.

El viento jugueteaba con las chispas, creando danzas efímeras que hacían parpadear a todos. "¡Es increíble!" -exclamó Mateo"Nunca había visto algo tan hermoso. "Los chicos sonrieron satisfechos al ver la alegría en los ojos del hombre.

Uno de ellos le entregó un pequeño cohete y le dijo:"Toma, este es para ti. Que nunca pierdas tu capacidad de maravillarte ante las cosas simples de la vida. "Mateo agradeció el gesto con una gran sonrisa y se despidió de los chicos para regresar a su casa.

Aquella noche, antes de dormir, decidió encender el cohete que le habían regalado. Lo lanzó hacia arriba y observó cómo se elevaba en el cielo oscuro hasta explotar en una lluvia de colores resplandecientes.

La luz brillante iluminó su rostro y sintió una profunda conexión con todo lo que lo rodeaba. Comprendió que la verdadera magia estaba en apreciar cada momento como si fuera único e irrepetible.

Desde ese día, Mateo siguió explorando nuevas formas de hacer brillar su vida y compartir esa luz con los demás. Se convirtió en un ejemplo para su comunidad, inspirándolos a mirar más allá de lo cotidiano y encontrar belleza en cada rincón del mundo.

Y así, entre risas y sueños compartidos, Mateo descubrió que la verdadera riqueza está en valorar lo humano que nos hace únicos e irrepetibles en este vasto universo lleno de colores por descubrir.

FIN.

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