El brillo de Luna



En un tranquilo pueblo llamado Villa Esperanza vivía una niña llamada Luna. Luna era muy alegre y curiosa, le encantaba jugar con sus amigos en el parque y aprender cosas nuevas en la escuela.

Sin embargo, Luna tenía una particularidad que la diferenciaba del resto de los niños: tenía una pierna más corta que la otra. Desde pequeña, Luna había aprendido a convivir con su diferencia física.

A pesar de que a veces le costaba correr o saltar como los demás, nunca se dio por vencida y siempre encontraba la manera de divertirse y ser feliz. Un día, llegó al pueblo una nueva familia.

En ella había un niño llamado Mateo, quien al ver a Luna no pudo evitar hacer comentarios desagradables sobre su pierna corta. Los otros niños del pueblo también comenzaron a burlarse de Luna, haciéndola sentir triste y avergonzada.

Luna decidió hablar con su abuelita Lola, una mujer sabia y amorosa que siempre tenía las palabras adecuadas para reconfortarla. "Abuelita Lola, ¿por qué me hacen tanto daño por ser diferente? No entiendo por qué se burlan de mí", preguntó Luna con lágrimas en los ojos.

La abuelita Lola acarició tiernamente el rostro de Luna y le dijo: "Mi querida Luna, las personas que se burlan de ti lo hacen porque no entienden que la verdadera belleza está en nuestra forma de ser y no en cómo nos vemos por fuera.

Tú eres valiente, amable y generosa, esas son las cualidades que te hacen especial". Estas palabras resonaron en el corazón de Luna, quien decidió enfrentar a Mateo y los demás niños para defenderse con seguridad y dignidad.

"Sí, tengo una pierna más corta que la otra. Pero eso no me define como persona. Lo importante es lo que llevo dentro: amor, alegría y fuerza para superar cualquier obstáculo", dijo Luna con determinación.

Los niños se quedaron sorprendidos por la valentía de Luna y poco a poco empezaron a reflexionar sobre sus acciones. Mateo se acercó tímidamente a Luna y le pidió disculpas por haberla discriminado.

A partir de ese día, Luna siguió siendo quien era: una niña especial llena de luz y bondad. Los demás niños aprendieron a valorarla por su verdadera esencia y juntos descubrieron que la diversidad nos enriquece como sociedad.

Y así, en Villa Esperanza floreció un mensaje de respeto, inclusión y aceptación hacia todas las personas sin importar sus diferencias físicas. Porque al final del día, lo que realmente importa es cómo tratamos a los demás desde el corazón.

Y eso es lo que hace brillar verdaderamente a cada ser humano en este mundo lleno de diversidad.

FIN.

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