El brillo de Luna
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un hombre llamado Mateo. Mateo era un hombre mayor que vivía solo en una pequeña casa al borde del bosque.
Durante mucho tiempo, la gente del pueblo lo veía como un tronco seco, sin vida ni alegría. Un día, llegó al pueblo una joven llamada Luna. Luna era una chica alegre y llena de energía, siempre dispuesta a ayudar a los demás.
Al conocer a Mateo, notó su tristeza y soledad, y decidió acercarse a él. "Hola, ¿cómo estás? Soy Luna", dijo la joven con una sonrisa cálida. Mateo levantó la mirada sorprendido por la atención que recibía.
Había pasado tanto tiempo desde la última vez que alguien se preocupaba por él. "Hola... estoy bien", respondió tímidamente Mateo. Luna pasaba cada día junto a Mateo, conversando con él, escuchando sus historias y compartiendo su alegría. Poco a poco, Mateo comenzó a sentirse diferente.
Las palabras amables de Luna eran como agua fresca para su alma sedienta. Un día, Luna le regaló a Mateo unas semillas especiales que había traído consigo.
Eran semillas de esperanza y amor, capaces de hacer florecer incluso el corazón más marchito. Mateo decidió plantar las semillas en su jardín descuidado. Con paciencia las regaba todos los días y les daba todo su cariño.
Para su sorpresa, las semillas empezaron a germinar y pequeñas raíces comenzaron a asomarse en la tierra reseca. Con el paso de las semanas, las plantas crecieron fuertes y sanas. El jardín de Mateo se llenó de coloridas flores y frondosos árboles que bailaban con el viento.
"¡Mira qué hermoso está tu jardín!", exclamó Luna emocionada al ver la transformación. Mateo sonreía radiante mientras observaba maravillado todo lo que había logrado gracias al cuidado y atención de Luna.
Desde ese día, Mateo ya no era visto como un tronco seco en el pueblo. Se convirtió en un ejemplo vivo de cómo el amor y la atención pueden hacer florecer incluso los corazones más apagados.
Y así, entre risas y abrazos, Mateo siguió cuidando su jardín con esmero sabiendo que siempre habría alguien dispuesto a darle esa luz necesaria para seguir creciendo y retoñando como nunca lo había hecho antes.
FIN.