El brillo de Luz



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Solcito, una niña llamada Luz que tenía cinco años.

Luz era una niña muy alegre y curiosa, siempre estaba explorando el mundo a su alrededor con sus manos y su olfato agudo. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, escuchó la voz de un pajarito que cantaba muy cerca. Se acercó lentamente y extendió sus manos para intentar tocarlo.

El pajarito revoloteó asustado y se alejó volando. "¡Vuelve, pajarito! ¡No tengas miedo!", exclamó Luz riendo. Luz pasaba sus días descubriendo nuevas texturas, olores y sonidos.

Le encantaba correr por el pasto sintiendo la frescura bajo sus pies descalzos, oler las flores del jardín y escuchar el murmullo del arroyo cercano. Una tarde, mientras jugaba en el parque con su amigo Lucas, éste le preguntó:"¿Por qué nunca abrís los ojos cuando jugamos?"Luz se detuvo un momento antes de responder.

No entendía a qué se refería Lucas con "abrir los ojos". "¿Qué querés decir con eso?", preguntó Luz confundida. Lucas titubeó antes de contestar:"Es que todos abrimos los ojos para ver lo que nos rodea.

¿Por qué vos no lo hacés?"Luz frunció el ceño intentando comprender las palabras de su amigo. "No entiendo... Yo siento todo lo que me rodea con mis manos, mi nariz y mis orejas.

¿Para qué necesitaría abrir los ojos?"Lucas se quedó pensativo por un instante antes de responder:"Pero... ¿no te gustaría ver cómo son las cosas? Ver los colores, las formas... es tan lindo. "Luz sonrió ampliamente y dijo:"Yo veo las cosas de otra manera.

Puedo sentir la suavidad de una flor, escuchar la risa de mamá y papá, oler la lluvia cuando está por llegar... ¡Es maravilloso!"Lucas quedó admirado por la forma en que Luz experimentaba el mundo sin necesidad de verlo con sus ojos.

Comenzaron a jugar nuevamente, esta vez Lucas vendándose los ojos para experimentar el juego como lo hacía Luz. A partir de ese día, Luz enseñó a todos en Solcito que cada persona percibe el mundo a su manera única e especial.

Aprendieron a valorar las diferentes formas de ver la vida y descubrieron juntos que la verdadera belleza está en cómo elegimos vivirla.

Y así, entre juegos y risas compartidas, Luz siguió iluminando con su luz especial cada rincón del pueblo donde todos aprendieron a ver más allá de lo evidente.

FIN.

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