El brillo de Mateo



Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Mateo siempre había sido un soñador y le encantaba mirar las estrellas desde su ventana antes de dormir.

Pero una noche, algo mágico sucedió: se despertó en medio de la madrugada y sintió la necesidad irresistible de salir a ver las estrellas.

Sin hacer ruido para no despertar a sus padres, Mateo salió sigilosamente de su casa y caminó hacia el campo abierto. El cielo estaba despejado y lleno de estrellas brillantes como nunca antes había visto. Se tumbó en el pasto fresco y comenzó a admirar aquel espectáculo celestial con asombro.

De repente, escuchó un ruido extraño proveniente del arbusto cercano. Curioso, se acercó cautelosamente y descubrió a una pequeña criatura escondida entre las ramas. Era un duendecillo travieso llamado Lunita. "¡Hola, hombrecito!" -exclamó Lunita con una risita juguetona-.

"¿Qué haces aquí tan tarde?"Mateo quedó sorprendido al encontrarse con un ser tan especial como Lunita, pero no pudo evitar sonreír ante su amigable presencia. "Me desperté para ver las estrellas", respondió Mateo emocionado.

"¡Son tan hermosas!"Lunita asintió con entusiasmo mientras saltaba sobre una hoja gigante que flotaba en el aire. "¡Las estrellas son maravillosas! Pero sabes qué, Mateito... también tienen historias que contar. Cada una de ellas es como un libro lleno de secretos y aventuras".

Mateo miró a Lunita con curiosidad, deseoso de escuchar más sobre aquellos misterios cósmicos. "Cuéntame una historia, Lunita", pidió Mateo con entusiasmo. Lunita sonrió y comenzó su relato:"Había una vez una estrella llamada Estrellita.

Ella era la más pequeña del universo, pero tenía el corazón más grande. Estrellita soñaba con viajar por el espacio y conocer nuevos lugares. Un día, decidió emprender un largo viaje en busca de aventuras".

Mateo se imaginaba a Estrellita surcando el cielo mientras escuchaba atentamente cada palabra de Lunita. "Durante su travesía espacial, Estrellita encontró a otras estrellas que necesitaban ayuda", continuó Lunita emocionada.

"Una estaba apagada y triste porque había perdido su brillo, otra estaba atrapada en una constelación aburrida y quería ser libre para brillar por sí misma". Mateo sentía cómo las historias de Lunita le enseñaban valiosas lecciones sobre la importancia del amor propio y la solidaridad. "Estrellita no dudó ni un segundo en ayudar a sus nuevas amigas", prosiguió Lunita.

"Juntas descubrieron que cada estrella tiene un propósito único en el universo y que todas merecen brillar con todo su esplendor". El niño se emocionaba al escuchar las aventuras estelares contadas por Lunita.

Pero antes de que la historia terminara, se dio cuenta de que el sol estaba a punto de salir y debía volver a casa. "¡Lunita, fue maravilloso escuchar tu historia!", exclamó Mateo con gratitud.

"Gracias por enseñarme que todos tenemos un brillo especial dentro de nosotros". Lunita sonrió y le guiñó un ojo antes de desaparecer en la oscuridad del arbusto. "Siempre recuerda, Mateito, que las estrellas están ahí para recordarnos lo hermoso y misterioso que es el universo.

Y tú también eres parte de esa belleza". Con estas palabras resonando en su corazón, Mateo regresó a su casa con una nueva perspectiva sobre el mundo y las estrellas.

Desde aquel día, cada noche antes de dormir, miraba al cielo sabiendo que él también era una pequeña estrella llena de luz y potencial. Y así, Mateo aprendió que los sueños pueden llevarnos más allá de las fronteras terrestres y que cada uno tiene algo único e importante para ofrecer al mundo.

FIN.

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