El brillo de Simón


Había una vez en un tranquilo pueblo llamado Villa Feliz, un niño llamado Simón. Simón era un niño muy especial, siempre tranquilo y dulce, con una sonrisa que iluminaba a todos los que lo rodeaban.

Un día, Simón decidió empezar su aventura en el Jardín de Infantes "Rayito de Sol". A diferencia de muchos niños que lloraban al separarse de sus padres, Simón se despidió con una gran sonrisa y un beso.

Sus padres se sintieron orgullosos de él por su valentía y seguridad. Al llegar al jardín, Simón conoció a nuevos amigos como Martina, Mateo y Sofía. Juntos pintaban dibujos coloridos, jugaban en el patio y escuchaban cuentos emocionantes contados por la maestra Rosa.

Un día, durante el recreo, Mateo tropezó y se lastimó la rodilla. Todos los niños se acercaron preocupados, excepto Simón. Él recordó lo que su mamá le había enseñado sobre cómo ayudar a otros cuando están heridos.

Fue corriendo a buscar la caja de primeros auxilios y regresó con vendas y alcohol para curar la herida de Mateo. "¡Gracias Simón! Eres un amigo increíble", dijo Mateo mientras le daba un abrazo.

Simón sonrió feliz sabiendo que pudo ayudar a su amigo en ese momento difícil. Días después, durante una excursión al parque cercano al jardín, Sofía perdió su muñeca favorita. Estaba muy triste y no paraba de llorar.

Los demás niños intentaron consolarla sin éxito hasta que Simón tuvo una brillante idea. "¡No te preocupes Sofi! Vamos a buscar tu muñeca todos juntos", exclamó emocionado. Así fue como todos los niños formaron un equipo para buscar la muñeca perdida de Sofía por todo el parque.

Después de unos minutos de búsqueda intensa, Martina encontró la muñeca escondida entre los arbustos. Sofía saltaba emocionada mientras abrazaba a su muñeca recuperada.

Miró a Simón con gratitud y le dio las gracias por ser tan amable y solidario. Los días pasaron rápidamente en el Jardín "Rayito de Sol" y llegó el momento del festival anual donde cada niño debía presentar algo especial ante sus familias.

Los padres estaban ansiosos por ver qué sorpresa tenía preparada cada uno de sus hijos. Cuando llegó el turno de Simón, todos esperaban expectantes qué mostraría este niño tan especial.

Para sorpresa de todos, Simón subió al escenario acompañado por sus amigos llevando carteles con mensajes positivos como "Sé amable", "Ayuda a tus amigos" y "Sonríe siempre". La audiencia quedó impactada por la sabiduría y bondad que transmitían esos mensajes tan simples pero poderosos provenientes del corazón puro e inocente de un niño como Simón.

Al finalizar el festival, los padres se acercaron orgullosos a felicitar a sus hijos por sus maravillosas presentaciones.

Sin embargo, esta vez fueron ellos quienes recibieron una lección invaluable sobre la importancia de valores como la amabilidad, solidaridad y alegría inculcados por sus propios hijos.

Y así fue como Simón demostró que no hace falta ser ruidoso o extrovertido para dejar huella en el corazón de las personas; basta con tener un espíritu noble y generoso como el suyo para iluminar cualquier lugar en donde vaya.

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