El brillo del corazón de Mateo



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Esperanza, un niño llamado Mateo. Mateo era conocido por tener siempre una sonrisa en su rostro y ayudar a todos los que lo rodeaban.

Sin embargo, un día algo cambió en él. Comenzó a sentirse triste y desanimado, sin saber muy bien por qué.

Un día, mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, se encontró con Cristo, un curandero muy sabio que era conocido por sanar las heridas del corazón de las personas que estaban quebrantadas. "Hola, pequeño Mateo. Veo en tus ojos la tristeza que llevas en tu corazón. Permíteme ayudarte", dijo Cristo con ternura.

Mateo se sorprendió al escuchar sus palabras y decidió confiar en él. Cristo lo llevó a su cabaña en el bosque y comenzó a trabajar en sanar las heridas invisibles que tenía Mateo en su interior.

Día tras día, Cristo enseñaba a Mateo a encontrar la alegría en las pequeñas cosas de la vida, a valorarse a sí mismo y a perdonar cualquier dolor pasado que pudiera estar causándole tristeza.

Con paciencia y amor, Cristo vendaba cada una de las heridas emocionales de Mateo, recordándole lo valioso y especial que era. Poco a poco, Mateo empezó a recuperar su brillo característico en los ojos y su sonrisa volvió más radiante que nunca.

Un día, mientras paseaban juntos por el pueblo, se encontraron con otros niños que también estaban pasando por momentos difíciles. Mateo recordó todo lo aprendido junto a Cristo y decidió compartir esa luz con los demás. "No estás solo", les dijo con bondad. "Siempre hay alguien dispuesto a ayudarte a sanar tus heridas internas".

Y así, Mateo se convirtió no solo en un ejemplo de superación para aquellos niños sino también en un amigo incondicional que siempre estaba allí para levantarles el ánimo cuando más lo necesitaban.

Gracias al amor y la sabiduría de Cristo, Mateoy los demás niños descubrieron que siempre hay esperanza incluso en los momentos más oscuros y encontraron la fuerza para seguir adelante con una sonrisa sincera en sus rostros.

FIN.

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