El Brillo del Sol



Había una vez una vaca llamada Atardecer que vivía en un hermoso campo. Atardecer era diferente a las demás vacas, ya que tenía manchas doradas en su pelaje y siempre se encontraba mirando el sol al atardecer.

Un día, mientras Atardecer disfrutaba de la calma del campo, vio algo brillante en el horizonte. Era el sol, radiante y lleno de energía. Atardecer no pudo resistirse y decidió acercarse a él para descubrir qué lo hacía tan especial.

Mientras caminaba hacia el sol, se encontró con Ada, una pequeña ardilla muy curiosa y valiente. Ada tenía un pelaje rojizo y ojos chispeantes que reflejaban su espíritu aventurero.

- ¡Hola Atardecer! ¿A dónde vas? - preguntó Ada saltando de rama en rama. - Hola Ada. Estoy siguiendo al sol para descubrir por qué es tan maravilloso - respondió Atardecer con entusiasmo. - ¡Oh! Eso suena emocionante. ¿Puedo acompañarte? - propuso Ada emocionada.

Atardecer aceptó encantada la compañía de Ada y juntas continuaron su camino hacia el sol. Mientras avanzaban, se encontraron con diferentes animales del campo: conejos juguetones, pájaros melodiosos e incluso una familia de zorros traviesos.

Cada animal les contaba historias sobre cómo el sol les proporcionaba calor y luz para crecer fuertes y felices. Pero ninguno sabía exactamente por qué era tan especial ni cómo llegar hasta él. Después de mucho caminar, Atardecer y Ada llegaron a un río cristalino.

Allí encontraron a Lucas, un sabio búho que vivía en un árbol cercano. - ¡Hola Lucas! - saludó Atardecer con alegría. - Estamos buscando al sol para descubrir qué lo hace tan especial.

¿Nos puedes ayudar? Lucas observó detenidamente a la vaca y a la ardilla y sonrió con sabiduría. - Queridas amigas, el sol es maravilloso porque nos da vida. Nos proporciona calor, luz y energía para crecer y prosperar.

Pero no podemos tocarlo ni llegar hasta él físicamente. Atardecer y Ada se miraron confundidas. - Sin embargo, cada uno de nosotros tiene una pequeña parte del sol dentro de sí mismo - continuó Lucas -.

Esa parte se llama "brillo interior" y nos ayuda a ser valientes, curiosos e inspiradores como ustedes dos. Atardecer entendió entonces que cada vez que miraba el sol al atardecer, estaba conectando con su propio brillo interior.

Con esta nueva comprensión en sus corazones, Atardecer y Ada regresaron al campo llenas de alegría y determinación. Compartieron su historia con los demás animales del campo e inspiraron a todos a encontrar su propio brillo interior.

Desde ese día en adelante, Atardecer siempre fue admirada por las demás vacas por su espíritu aventurero y su capacidad para ver más allá de lo común. Y junto a Ada, continuó explorando el mundo mientras recordaban que el verdadero poder radica en nuestro brillo interior.

Y así termina nuestra historia, recordándonos que todos llevamos un brillo interior dentro de nosotros y que, al igual que Atardecer y Ada, podemos inspirar a los demás con nuestras acciones y actitudes.

FIN.

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