El brillo perdido de Estrella
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía una niña llamada Lola. Lola era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras Lola paseaba por el bosque cercano a su casa, encontró un libro mágico escondido entre los arbustos. Sin pensarlo dos veces, lo tomó en sus manos y comenzó a leerlo.
El libro le contaba la historia de un hada llamada Estrella que había perdido su brillo y necesitaba ayuda para encontrarlo. Lola sintió empatía por Estrella y decidió ayudarla.
Siguiendo las instrucciones del libro, se adentró en el bosque en busca de la cueva del sabio búho, quien tenía la respuesta para recuperar el brillo de Estrella. Después de mucho caminar y explorar, finalmente llegó a la cueva del sabio búho.
El búho miró fijamente a Lola con sus grandes ojos y le dijo: "Para ayudar a Estrella a encontrar su brillo perdido, debes buscar tres objetos especiales: una pluma de ave rara, una piedra brillante y una flor mágica". Lola escuchó atentamente las indicaciones del sabio búho e inició su búsqueda emocionada. Primero fue en busca de la pluma de ave rara.
Caminando por el bosque escuchó un canto melodioso proveniente del árbol más alto. Era un pájaro colorido que tenía plumas tan hermosas como el arcoíris. "Hola amiguito pájaro", saludó Lola entusiasmada.
"Hola niña, ¿en qué puedo ayudarte?", respondió el pájaro. "Estoy buscando una pluma de ave rara para ayudar a Estrella a encontrar su brillo perdido.
¿Sabes dónde puedo encontrar una?""¡Claro que sí! En la cima del árbol más alto hay un nido con plumas mágicas. Pero ten cuidado, solo podrás tomar una si logras hacerme reír". Lola aceptó el desafío y comenzó a contar chistes y hacer payasadas hasta que finalmente el pájaro estalló en carcajadas.
Con permiso del pájaro, Lola tomó una pluma brillante y continuó su búsqueda. El siguiente objeto era la piedra brillante. Lola se adentró en una cueva oscura donde había murciélagos colgados del techo.
Asustada pero decidida, caminó lentamente hasta llegar al centro de la cueva donde encontró la piedra. "Hola murciélagos", saludó Lola temblando un poco. "Hola niña valiente, ¿en qué podemos ayudarte?", respondieron los murciélagos.
"Estoy buscando una piedra brillante para ayudar a Estrella a encontrar su brillo perdido. ¿Saben dónde puedo encontrar una?""¡Por supuesto! Al final de la cueva hay un lago subterráneo con muchas piedras brillantes. Pero solo podrás tomar una si logras resolver nuestro acertijo".
Lola aceptó el desafío y escuchó atentamente el acertijo de los murciélagos. Después de pensar mucho tiempo, dio con la respuesta correcta y los murciélagos le permitieron tomar una piedra brillante. El último objeto era la flor mágica.
Lola se dirigió al jardín encantado donde las flores cobraban vida y hablaban entre sí. Buscó por todos lados hasta que encontró a la rosa más hermosa de todas. "Hola rosa, ¿sabes dónde puedo encontrar una flor mágica?", preguntó Lola con entusiasmo.
"¡Hola niña! Para encontrar una flor mágica debes seguir el camino de las mariposas doradas hasta llegar a un claro en medio del bosque".
Lola siguió las indicaciones de la rosa y finalmente llegó al claro donde había muchas mariposas doradas revoloteando. Al acercarse, vio que en el centro del claro había una hermosa flor mágica resplandeciente. Llena de emoción, Lola tomó los tres objetos especiales: la pluma de ave rara, la piedra brillante y la flor mágica.
Siguiendo las instrucciones del libro, regresó a su casa y colocó los objetos frente a ella. De repente, un destello de luz apareció ante sus ojos y allí estaba Estrella, el hada perdida.
Estrella estaba muy feliz y emocionada al ver que alguien había encontrado sus tesoros. "¡Gracias por ayudarme a encontrarlos!", exclamó Estrella emocionada. "No hay de qué", respondió Lola sonriendo. "Fue toda una aventura pero valió la pena para verte feliz".
"Has demostrado ser una niña valiente y solidaria", dijo Estrella mientras rodeaba a Lola con su brillo recién recuperado. "Siempre recuerda que la magia está en tu interior y que puedes ayudar a otros con pequeños actos de bondad".
Lola se sintió muy orgullosa de sí misma y sabía que había aprendido una valiosa lección.
A partir de ese día, Lola siguió siendo una niña curiosa pero también se convirtió en una niña solidaria, dispuesta a ayudar siempre que alguien lo necesitara. Y así, Lola y Estrella se hicieron grandes amigas y juntas vivieron muchas más aventuras mágicas en Villa Esperanza, un lugar donde la esperanza y la bondad siempre brillaban.
FIN.