El brillo que guía


Había una vez en el vasto cielo estrellado una pequeña estrellita llamada Estela. Estela siempre había sido muy curiosa y aventurera, pero un día, mientras jugaba con sus amigas estrellas, se distrajo y se perdió de ellas.

Estela comenzó a sentirse triste y sola al darse cuenta de que no sabía cómo volver a casa. Mirando a su alrededor, vio miles de estrellas brillantes en el cielo, pero ninguna era como las que conocía.

Se preguntaba si alguna vez encontraría el camino para reunirse con sus amigas. Decidida a encontrarlas nuevamente, Estela comenzó su viaje por el cielo nocturno. Volaba de un lado a otro buscando pistas o señales que pudieran guiarla hacia sus amigas perdidas.

Pasaron las noches y los días sin éxito alguno. Un día, mientras Estela volaba cerca del horizonte, divisó un grupo de nubes oscuras acercándose rápidamente. El viento soplaba fuerte y las gotas de lluvia caían sobre ella.

Temerosa por su seguridad, Estela decidió esconderse detrás de una gran montaña celeste para resguardarse. Detrás de la montaña celestial encontró un viejo sabio llamado Cosmos.

Tenía barba blanca como la nieve y llevaba consigo un libro lleno de conocimientos ancestrales sobre las estrellas. - ¡Hola! - saludó Estela tímidamente. - ¡Oh! ¿Quién viene allí? - preguntó Cosmos sorprendido. - Soy Estela, me he perdido de mis amigas y no sé cómo encontrarlas de nuevo.

¿Podrías ayudarme? - suplicó Estela con tristeza. El sabio Cosmos sonrió amablemente y dijo: "Estela, para encontrar a tus amigas, primero debes aprender a confiar en ti misma y en tu intuición. El camino hacia ellas está dentro de ti".

Estela se quedó perpleja ante las palabras del sabio. No entendía cómo podría encontrar el camino dentro de sí misma, pero decidió seguir sus consejos. Durante días, Estela exploró su interior y descubrió que tenía habilidades especiales.

Podía brillar más intensamente cuando estaba feliz o emocionada, y podía cambiar de dirección siguiendo su instinto. Armada con esta nueva comprensión, Estela emprendió nuevamente su viaje por el cielo estrellado.

Esta vez, confiaba en sí misma y seguía su brillo interior para guiarla. Después de mucho volar, finalmente vio una tenue luz parpadeante en la distancia. Al acercarse un poco más, reconoció a sus amigas estrellas reunidas formando una constelación hermosa. - ¡Amigas! ¡He vuelto! - exclamó Estela emocionada.

- ¡Estela! ¡Nos alegra verte! Pensamos que te habías perdido para siempre - respondieron las demás estrellas llenas de alegría.

Estela se dio cuenta de que aunque había estado perdida por un tiempo, nunca había dejado realmente de ser parte del grupo. Aprendió que la verdadera fortaleza radica en creer en uno mismo y seguir el brillo interior que nos guía hacia nuestro destino. Desde ese día en adelante, Estela nunca más se perdió.

Juntas, las estrellas brillaban en el cielo nocturno, recordándonos a todos que siempre hay una forma de encontrar nuestro camino cuando confiamos en nosotros mismos y seguimos nuestra propia luz interna.

Y así, Estela y sus amigas estrellas nos enseñaron que nunca debemos perder la esperanza y que incluso en los momentos más oscuros podemos encontrar nuestro camino de regreso a casa.

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