El brócoli mágico de Sofía


Había una vez una niña llamada Sofía, a quien no le gustaba para nada la verdura. Cada vez que su mamá le servía un plato con brócoli, espinacas o zanahorias, Sofía hacía muecas y susurraba "¡Qué asco!".

Un día, mientras Sofía estaba jugando en el parque con su amiga Lola, vieron a un grupo de niños comiendo apio y pepino. Lola se acercó curiosa y preguntó: "¿Por qué están comiendo eso?".

Uno de los niños les respondió: "¡Es delicioso! Además, nos da mucha energía para jugar". Sofía se quedó pensativa y decidió probar un pedacito de apio. Al principio frunció el ceño, pero luego notó que tenía un sabor refrescante y crujiente.

Se sorprendió gratamente y comenzó a comer más. A partir de ese día, Sofía empezó a experimentar con diferentes vegetales.

Descubrió que las zanahorias eran dulces como caramelos cuando estaban frescas; las espinacas le daban fuerza para trepar árboles; los tomates eran jugosos y llenos de vitaminas; y las berenjenas sabían deliciosas cuando estaban asadas. La mamá de Sofía estaba muy contenta al verla disfrutar la comida saludable.

Sin embargo, todavía había un vegetal que no lograba convencerla: el brócoli. Un día, mientras paseaban por el mercado, Sofía encontró un puesto donde vendían semillas mágicas. El vendedor le explicó que si plantaba esas semillas, crecerían vegetales especiales.

Sofía decidió probar suerte y compró unas semillas de brócoli mágico. Sofía llegó a casa emocionada y plantó las semillas en una maceta especial. Todos los días regaba la planta y le hablaba para animarla a crecer. Pasaron semanas y finalmente, un pequeño brote verde asomó del suelo.

La niña estaba tan orgullosa de su brócoli mágico que lo cuidaba con mucho amor. Lo regaba todos los días, le daba abono y lo ponía al sol para que creciera fuerte y saludable.

Un día, mientras Sofía estaba admirando su planta, notó algo sorprendente: ¡el brócoli había crecido en forma de corazón! Era el brócoli más hermoso que había visto en su vida. Llamó emocionada a su mamá para mostrarle el increíble descubrimiento.

"¡Mamá, mira qué bonito es mi brócoli mágico!", exclamó Sofía. Su mamá quedó maravillada al ver el tierno corazón verde. "Es realmente especial", dijo sonriendo. Esa noche, Sofía preparó una cena especial con el brócoli mágico como plato principal.

Su mamá se sentía muy orgullosa de ella por haber superado sus prejuicios hacia la verdura. Desde ese día, Sofía aprendió que no debemos juzgar algo sin antes probarlo.

Descubrió que las verduras pueden ser deliciosas si les damos una oportunidad y también aprendió la importancia de cuidar las cosas con amor y paciencia para que crezcan fuertes y saludables.

Y así, Sofía se convirtió en una niña que disfrutaba de la verdura y compartía con sus amigos los beneficios de una alimentación saludable. Fin.

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